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Articulos de opinión

Lo político y lo público

Carlos Ayala Ramírez
Director de Radio Ysuca
Adital

La vida política, en su definición moderna, es la que tiene que ver con el gobierno del Estado, y por lo tanto, incluye también la militancia en los partidos que luchan por hacerse con el gobierno. Para la política partidaria la lucha por el poder y el deseo de servir son, a efectos prácticos, una misma cosa. Sin embargo, la realidad nos muestra que quien más ambiciona el poder no es el que más y mejor puede servir, sino el que quiere imponer sus intereses particulares o partidarios sobre el interés general. Ya Maquiavelo, en su momento, puso de manifiesto – en su obra el Príncipe – cómo funciona realmente el poder cuando toda acción política está dirigida a la conquista y la conservación del mismo; para este fin, cualquier medio es válido. Es preciso entender, escribió Maquievelo, "que un príncipe, al menos el que accede por primera vez al poder, no debe proceder de acuerdo con lo que la gente considera correcto porque en muchas ocasiones se verá obligado – a fin de asegurar su poder – a actuar en contra de la fidelidad, la misericordia, la compasión y la religión”. Por este tipo de postulados Maquiavelo ha adquirido mala fama; pero en realidad en su obra él expone la política que vio y vivió: observa y describe un modo concreto y habitual de hacer política, sobre todo, de los gobernantes, donde la perversidad y la corrupción se juntan.

Este modo de proceder, que sigue presente en la política y en los partidos actuales, es una de las principales causas por las que la confianza e interés en la política es, por lo general, muy baja y en deterioro constante. Sin embargo, es indiscutible que la política como forma de ejercer el poder es necesaria, pero debe tener sus límites. Leonardo Boff en uno de sus escritos nos dice que todo poder debe estar sujeto a un control, normalmente regido por el ordenamiento jurídico, con vistas al bien común; debe venir por delegación, es decir, debe pasar por procedimientos de elección de los dirigentes que representan a la sociedad; debe haber división de poderes, para que uno limite al otro; debe haber rotación en los puestos para evitar el nepotismo (favorecer a familias o personas afines) y el mandarinismo (gobierno arbitrario); el poder debe aceptar la crítica externa, someterse a un rendimiento de cuentas y a la evaluación del desempeño de quienes lo ejercen; el poder vigente debe reconocer y convivir con un contrapoder que le obliga a ser transparente o a verse sustituido por él. A estos puntos nosotros agregamos que el recto ejercicio del poder pasa también por hacer de la política uno de los instrumentos idóneos para enfrentar el mal común y posibilitar el bien común; por ejemplo, cargar con la pobreza estructural y transformarla en justicia social. Estos límites y condiciones pueden resultar un verdadero antídoto para quienes han hecho de la política un modo de adquirir privilegios y ventajas, una forma de repartir los recursos del Estado, una forma de vivir relativamente fácil por la rentabilidad económica y política que da el poder. Si se quiere dignificar la política, son necesarios estos límites.

Ahora bien, reconociendo que todo tiene una dimensión política, en el sentido antes expuesto; no menos cierto es que lo político no lo es todo. Lo "público” es mucho más amplio y variado que lo que normalmente llamamos "lo político”, y está relacionado con el conjunto de bienes que van, desde los recursos naturales, pasando por los estrictamente económicos, hasta llegar a los de carácter ético como la justicia, la verdad y la libertad. Pero lo público también puede estar representado por los males comunes que afectan a una colectividad: el hambre, la depredación, la pobreza, la impunidad, la violencia, son, entre otros, algunos de los más graves. Asumir lo público con responsabilidad implica una actitud activa para conseguir el bien común y erradicar el mal común, y eso no puede lograrse sin la participación ciudadana. Pero para que esta sea cualificada y tenga incidencia en las transformaciones sociales, requiere de ciudadanos y ciudadanas que no sólo estén atentos a las cuestiones públicas, sino también dispuestos a participar en los distintos ámbitos de la sociedad civil, de forma crítica, creativa y comprometida.

Crítica, frente a la realidad política actual que se acredita como democrática y que termina enfatizando la participación ciudadana al ejercicio del voto o de la libre expresión, aunque se vote pero no se elija, y aunque no todos tengan igual acceso a los medios de comunicación. Creativos para poner límites a las desviaciones y perversiones del poder, pero también para cultivar relaciones solidarias, participativas y éticas del mismo; por ejemplo: participación ciudadana en la elaboración de presupuestos municipales, en la defensa del medio ambiente, en la democratización de los partidos políticos, en la defensa y promoción de los derechos humanos, en la lucha contra la partidocracia, en el esfuerzo por recuperar la política como vocación, en la búsqueda de justicia, en la cultura de la rendición de cuentas, en el cumplimiento del derecho al acceso a la información pública, entre otros. Comprometidos con el ejercicio del poder participativo y solidario como instrumento de las transformaciones sociales, con la vigencia de los derechos humanos sin olvidar la responsabilidad de los deberes, con la justicia global para que sea posible la familia humana.

La necesidad de que haya ciudadanía plena responde a uno de los planteamientos principales de la democracia radical (profunda), esto es, que "política” no es sólo ni principalmente lo que hacen los políticos, sino lo que hacen los ciudadanos y ciudadanas cuando se preocupan y ocupan de lo público para que sea un lugar de justicia, de inclusión y de responsabilidad ética. Cuando esto ocurre lo político se enfrenta a un verdadero contrapoder que pone límites y evita abusos, el que deriva de la ciudadanía consciente y organizada; el movimiento de los indignados es un ejemplo de fermento esperanzador del accionar público.

Monseñor, el caso jesuitas y la esperanza

Jon Sobrino.Teólogo
Adital

El 15 de agosto Monseñor Romero hubiera cumplido 94 años, y su cumpleaños coincide con el revuelo que ha ocasionado el "caso jesuitas”. En esta Carta a las Iglesiaspublicamos el pronunciamiento de la UCA, cuya lectura se enriquece con las reflexiones del Padre Rodolfo Cardenal y Benjamín Cuéllar.

Ahora recordamos a Monseñor para ubicarnos bien en medio de este revuelo y actuar lo mejor posible. Monseñor sigue ofreciendo impulsos lúcidos y vigorosos para caminar hacia la verdad, practicar la justicia y tener esperanza. Son impulsos muy útiles para enfrentar el caso jesuitas, y sobre todo para sanar la lamentable situación en que vivimos.

1. Las heridas están abiertas, no cerradas

El asesinato de los jesuitas, Julia Elba y Celina es un símbolo de innumerables asesinatos en los años setenta y ochenta. En 1981 comenzó una guerra cruel entre dos ejércitos. Pero antes, en los setenta, tuvo lugar una represión despiadada y unilateral contra el pueblo por parte de la oligarquía, gobiernos, cuerpos de seguridad y escuadrones de la muerte -lo que no hay que olvidar. Prácticamente todo sigue sin ser juzgado. Los acuerdos de paz fueron necesarios para poner fin a la guerra, pero no hubo decisión ni tiempo para enfrentar la raíz del problema: la injusticia de siglos, estructural. La amnistía también fue necesaria para posibilitar un mínimo de convivencia, pero fue precipitada en el tiempo y sobre todo en su enfoque: no se buscaron seriamente caminos de reconciliación entre seres humanos. Tampoco facilitó una reparación eficaz para que los familiares de las víctimas, en su inmensa mayoría gente pobre, del pueblo, pudiera rehacer sus vidas. Y no hizo desaparecer, sino que reforzó la cultura de impunidad. Durante siglos los poderosos han sido prácticamente intocables. Y sigue siendo verdad.

El Nuevo Testamento dice que "la raíz de todos los males es la ambición del dinero”. Hoy, junto a esa ambición, en El Salvador hay que insistir en que "la impunidad” es raíz muy principal de la violencia, de la injusticia, de la mentira y de la corrupción. Y hay que insistir en la responsabilidad específica de la Corte Suprema de Justicia. Lo hacemos desde Monseñor.

No ha habido pacificación y no hay paz. Terminó el conflicto bélico, pero no la violencia masiva. Impera el homicidio. Desde hace años se cometen de 10 a 12 al día. Según noticias de prensa, en el mes de julio hubo 70 homicidios más que en julio del año pasado; en lo que va de año han sido asesinados 93 estudiantes; hace una semana se leía: "fuerte repunte de homicidios”; hoy se lee: "40 asesinados en 36 horas”. Para mayor información y análisis remitimos al artículo de Benjamín Cuellar.

Hay avances en proyectos concretos de beneficio social y hay intentos de frenar la violencia, pero es mayor la incapacidad, la incompetencia -en ocasiones la connivencia- para ponerle fin. Y en nada facilita la tarea una muy larga tradición: ninguno de los poderes públicos ha tomado en serio la violencia y la impunidad.

Además, en su conjunto, aunque con excepciones, los partidos, los medios de comunicación, la empresa privada, la banca, no se desviven -por decirlo suavemente- por erradicar la violencia y los homicidios. Y también hay que preguntarse si se desviven por erradicarla otras fuerzas sociales importantes, las universidades e incluso las iglesias que tanto han proliferado -aunque normalmente su pecado sea de omisión.

Aducir que el enjuiciamiento de los militares puede hacer peligrar el proceso de pacificaciónes mentira manifiesta, pues no hay tal paz. Lo que hay que practicar es la honradez con lo real. Por esa razón empezamos con esta cita de Monseñor. "Los asesinatos, las torturas donde se queda tanta gente, el machetear y tirar al mar. Esto es el imperio del infierno” (1 de julio, 1979).

La pax romana, la eirene griega, el shalom de la Biblia. Además de la denuncia de la violencia actual, hoy se necesita un mínimo de análisis de lo que se entiende por "paz”, para que la palabra no sea usada, en definitiva para no enfrentar otras realidades más primigenias: la justicia y la injusticia. Veámoslo desde la visión y convicción de Monseñor.

En navidad cantamos "paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". El evangelista Lucas escribía en griego, y para hablar de "paz” eligió la palabra eirene, que significa ausencia de violencia y de guerra. Hoy, en sentido estricto, en El Salvador ya no hay violencia bélica, pero en absoluto existe la eirene griega. Hay homicidios a millares.

Un paso más. San Lucas usó la palabra eirene, pero al hablar de "paz” lo que tenía en mente era el shalom de la Biblia: la vida en común de los seres humanos, basada en la justicia y la verdad, en la solidaridad y la reconciliación. En ella los pobres y las víctimas llegan a tener, de verdad, carta de ciudadanía. Y en ella la paz fructifica en fraternidad y gozo. Isaías lo dijo en una fórmula densa: "la paz es fruto de la justicia”, en lo que insistió Pablo VI. Y Monseñor lo dijo en la homilía del 31 de diciembre de 1977: "una paz que se construye en la justicia, en el amor y en la bondad”. El salmo lo formula bellamente: "la paz y la justicia se besan".

La paz shalom ciertamente no existe en el país, y sin tenerla presente y trabajar por ella sería simplismo invocar la paz como lo que hay que salvar por encima de todo, como suele ocurrir, interesadamente, en ámbitos políticos, y, a veces ingenuamente, en ámbitos eclesiásticos. No hay que caer en el absurdo del antiguo adagio "fiat iustitia et pereat mundus”, "que se haga justicia, aunque perezca el mundo” -lema de Fernando I de Ausburgo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el siglo XVI. Pero sin shalom no hay paz duradera ni digna de los seres humanos. Con el shalom, la justicia no hará que perezca al mundo, por el contrario, el mundo se humanizará. Sin el shalom la amnistía no produce bienes, sino que sólo encubre males. Monseñor lo vio con lucidez, aunque lo plantease no desde la perspectiva de una amnistía tras la guerra, de lo que hoy se habla, sino del díálogo para ponerle fin de lo que se hablaba en su tiempo.

"Pero ni siquiera este diálogo servirá para restablecer la paz deseada si no se da la firme voluntad de transformar las estructuras injustas de la sociedad. Sólo esa transformación será capaz de eliminar las violencias concretas, opresivas, represivas o espontáneas. De otra manera, como lo han dicho los obispos latinoamericanos, la violencia se institucionaliza y por ello sus frutos no se hacen esperar. La Iglesia cree en la paz; pero sabe muy bien que la paz no es ni la ausencia de violencia, ni se consigue con la violencia represiva. La verdadera paz sólo se logra como fruto de la justicia” (Homilía del 1 de abril, 1978).

No a la pax romana, y no a la eirene griega absolutizada. Lo de Monseñor fue el shalom, a lo que apunta importantemente la "transformación de las estructuras injustas”.

De lo que sí sabemos en el país, por desgracia, es de la pax romana, el sometimiento impotente y resignado que imponía el imperio romano a pueblos enteros, y que siempre imponen los imperios, militares y económicos a lo lago de la historia. Imperó en El Salvador, por cierto hasta que los campesinos, con estudiantes, obreros, sacerdotes, tomaron conciencia y se organizaron. Bien lo entendió Monseñor Romero, y se alegró. Aun con ambigüedades, peligros y pecados, vio que mayor era su necesidad y su potencial de construir shalom. Como creyente escribió que el crecimiento de las organizaciones populares era "un signo de los tiempos”, lugar de la voluntad y de los planes de Dios.

Por todo lo dicho, los que ahora repiten "paz, paz, paz” debieran preguntarse si no recae sobre ellos en alguna forma la recriminación de Jeremías. "No se fíen de palabras engañosas diciendo ‘Templo de Jerusalén’, ‘Templo de Jerusalén’, ‘Templo de Jerusalén’… Si realmente hacen justicia, no oprimen al forastero y la viuda, y no vierten sangre inocente en este lugar, yo me quedaré con ustedes” (Jer 7, 3-7)”. De otro modo, invocar el templo -o la paz- es autoengaño.

Otras formas de violencia actual. Hambre y emigración. Desde la firma de los acuerdos de paz ha aumentado la emigración. Configura la realidad del país, la economía ciertamente. Afecta, a veces hasta disolverla o destrozarla, a la familia. Y para muchos se convierte tristemente en su única esperanza, tabla a la que agarrarse para no hundirse, sobre todo los jóvenes. El capital, inmisericorde, sigue avasallando a las mayorías, y produce pobreza, "muerte lenta” se la llamaba en tiempos de lenguaje recio. No pone fin a la desnutrición ni al hambre, y los pobres no encuentran más solución que marcharse. En sí misma la emigración está llena de crueldades.

Monseñor lo denunciaría. Y hoy denunciaría con gran fuerza y repetidamente el hambre en Somalia, a sus responsables directos y a la llamada comunidad internacional. No tiene voluntad política, es decir, no tiene voluntad humana, es decir no tiene voluntad de eliminar el hambre. Más que números y palabras producen horror las fotografías de niños desnutridos y moribundos y de sus madres desesperadas o impávidas, sin energía siquiera para la queja y la protesta. La hambruna se ha ido cobrando la vida de decenas de miles de niños, y otras decenas de miles están en inminente riesgo de muerte. Andrew Edwards, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, prohíbe ni siquiera un optimismo moderado: "No cometamos el error de creer que lo peor ha pasado. Esta crisis continúa con desplazamientos masivos, riesgo de propagación de enfermedades, hacinamiento en los campamentos y situaciones que superan a los trabajadores humanitarios en el terreno”. A la hora de la verdad, Somalia desaparece. ¿Ha estado centralmente presente en Madrid? Hoy el Padre Ellacuría hablaría de Somalia y repetiría sus conocidas metáforas. Somalia es como un espejo invertido en el que el primer mundo se ve en su verdad. Son las heces que aparecen en el coproanálisis de ese primer mundo.

Otras heridas sin cerrar. La desidia de muchas instituciones para detener la muerte rápida de la violencia y la muerte lenta del hambre, sea cuales fueren las buenas intenciones de individuos. La ceguera ante lo evidente, promovida por los poderosos en connivencia con los medios de comunicación, con excepciones notables, a veces audaces.La tergiversación inicua de que son objeto las víctimas. En los setenta y ochenta se llamó terroristas, o cómplices de terroristas, a campesinos inocentes e indefensos de las masacres del Sumpul y del Mozote. De Monseñor se dijo que "ha vendido su alma al diablo”. Hasta obispo hubo que, ante Juan Pablo II, dijo que Monseñor -muerto él, inocente e indefensamente- había sido responsable de 70.000 muertos. En estos días del "caso jesuitas”, recordemos que en vida fueron acusados de ser responsables de terrorismo. Y a quienes según serios indicios y testimonios fueron sus victimarios, hoy se les hace pasar por víctimas.

El desprecio a los familiares de las víctimas y la burla de su dolor. Los familiares siguen exigiendo que se juzgue a los militares. Lo hacen junto a miles de nombres de víctimas en el Monumento a la Memoria histórica en el parque Cuscatlán, con la leyenda Verdad, Justicia, Reparación. También familiares de los militares acusados han protestado ante la embajada española. Sufren, y están en su derecho de protestar. Pero no sufren el desprecio que sufren los pobres.

Y la inutilidad de decir la verdad y de argumentar con ella, como lo muestran los artículos anteriores.

2. Monseñor Romero: la denuncia desde el pueblo crucificado

"Este es el pueblo crucificado”. A un pueblo así oprimido, reprimido y despreciado Monseñor Romero llamó "el divino traspasado”. E Ignacio Ellacuría, sin vacilar ni discernir, afirmó que "ese pueblo crucificado es el signo de los tiempos”. Para ambos era la presencia del siervo de Jahvé, del Hijo de Dios. Y en él irrumpe Dios. La conclusión fue "bajarlo de la cruz”, cargando nosotros con el peso de ese pueblo crucificado. Y según la locura cristiana, dejarnos cargar por él, y recibir de él salvación.

Sin caer en masoquismos, pero menos en autoengaño, Ellacuría insistió escandalosamente en que el pueblo crucificado es "siempre” el signo de los tiempos. Antes y después de los acuerdos de paz, las mayorías viven en trance de cruz. Hoy existen otros problemas en el país, y ha habido algunos avances y buenas ideas en política social. Pero es poco en comparación de lo que hemos visto. El pueblo sigue oprimido, maltratado y zaherido. Sin mirarlo cara a cara no se puede conocer la realidad de nuestro mundo ni creer en el Dios que se hace presente en él.

Las raíces de esas cruces. Monseñor denunció, pero es importante recalcar que también analizó las raíces de esas cruces Y empezó por la riqueza. "Yo denuncio, sobre todo, la absolutización de la riqueza, este es el gran mal de El Salvador: la riqueza, la propiedad privada, como un absoluto intocable”. Es raíz de muchos males: "¡Ay del que toque ese alambre de alta tensión! Se quema” (12 de agosto, 1979). Y es principio de degradación social: "el robar se va haciendo ambiente, y al que no roba se le llama tonto” (18 de marzo, 1979). Denunció la falsedad: estamos "en un mundo de mentiras”, y la degradación que produce: "nadie cree ya en nada.” (18 de marzo, 1979). Denunció el desprecio al pueblo: "se juega con los pueblos, se juega con las votaciones, se juega con la dignidad de los hombres” (11 de marzo, 1979). Visto todo en su conjunto, sentenció: "es triste la situación” (24 de junio, 1979). "Esto es el imperio de infierno”.

El pathos-pasión con lucidez y libertad- de Monseñor al analizar la realidad sigue siendo necesario. No es fácil que aparezca otro Monseñor, pero hay que llorar su pérdida y no pactar con su ausencia y no instalarse en lo política o eclesiásticamente correcto. Hay que ir a la raíz, y por eso el pathos de Monseñor fue poderoso. Denunció el ejercicio corrupto en todos los ámbitos de la sociedad, pero lo hizo siempre en el contexto fundamental, que, como cristiano, lo expresó desde Dios: ”La sangre, la muerte, tocan el corazón mismo de Dios” (16 de marzo, 1980).. Es la abominación radical.

La Corte Suprema de Justicia. Mucho de lo que hemos dicho ha vuelto a salir a luz a propósito del "caso jesuitas”. Y por la naturaleza del asunto, también el problema de la administración de justicia. En este contexto recordemos dos cosas de Monseñor.  

La primera es que la administración de justicia con frecuencia no tiene nada, o poco, de imparcial, como la mujer de ojos vendados. En nuestro país -y en otros- suele tener los ojos abiertos para favorecer a ricos y poderosos. Monseñor lo dijo con una frase genial, escuchada a un campesino: "La ley es como la serpiente. Sólo pica al que está descalzo". La ley, su administración y su funcionamiento, debido a condicionamientos materiales e históricos -no sólo a la debilidad ética, frecuente en las personas- no solo no son imparciales, sino que históricamente son parciales en favor del poderoso y en contra del pobre -en algunos lugares más y en otros menos. Y ocurre como por necesidad, pues ese tipo de parcialidad ha llegado a convertirse en una especie de segunda naturaleza, un existencial histórico que configura la administración de justicia.

Monseñor condenó esa parcialidad en favor del poderoso, pero no exigió sólo imparcialidad, sino otra parcialidad más abarcadora y más divina. "Dios está en directo en favor del pobre”. Esta parcialidad transcendente debe configurar todo lo histórico de los humanos, el saber, el esperar, el hacer y el celebrar. Por difícil que parezca -incluso absurdo- el "espíritu” de esa parcialidad debe impregnar la "letra” de la ley y su administración. Así, pienso yo, veía Monseñor la administración de justicia, tal como surgió en el antiguo Israel. "El rey justo esperado es el que hará justicia al pobre. Sin ese rey parcial los pobres serán más fácilmente víctimas de los poderosos”.

La segunda es sobre la corte suprema de justicia. En los últimos meses la Sala de lo Constitucional generó esperanzas de una actuación autónoma y justa, al declarar anticonstitucionales diversas actuaciones de particulares, de la asamblea y del ejecutivo. Pero las esperanzas se esfumaron con el decreto 743, aprobado por la Asamblea y sancionado por el presidente del ejecutivo.

Aunque la situación no es la misma, mucho podemos aprender hoy de Monseñor Romero. El 30 de abril de 1978 habló clara y duramente contra la corte suprema de justicia. Domingos antes había denunciado en la homilía que hay "jueces que se venden” -de hecho abundaban. La Corte suprema, hipócritamente, le pidió que le proporcionase los nombres de dichos "jueces venales”. En la homilía Monseñor respondió con una precisión legal: él no había hablado de "jueces venales”, sino de "jueces que se venden”, y añadió que no era responsabilidad suya, sino de la Corte, averiguar quiénes eran dichos jueces. Pero se concentró en lo fundamental, lo que en buena medida es válido hasta el día de hoy.

"¿Qué hace la Corte Suprema de Justicia? ¿Dónde está el papel trascendental en una democracia de este poder que debía estar por encima de todos los poderes y reclamar justicia a todo aquel que la atropella? Yo creo que gran parte del malestar de nuestra patria tiene allí su clave principal, en el presidente y en todos los colaboradores de la Corte Suprema de Justicia, que con más entereza deberían exigir a las cámaras, a los juzgados, a los jueces, a todos los administradores de esta palabra sacrosanta, la justicia, que de verdad sean agentes de justicia”.

Con la Constitución en la mano, enumeró los derechos conculcados. Y concluyó:

"Esa Honorable Corte no ha remediado estas situaciones, tan contrarias a las libertades públicas y a los derechos humanos, cuya defensa constituye su más alta misión. Tenemos, pues, que los derechos fundamentales del hombre salvadoreño son pisoteados día a día, sin que ninguna institución denuncie los atropellos y proceda sincera y efectivamente a un saneamiento”.

Hoy denunciaría homicidios, desnutrición, hambre. Y recriminaría a la corte suprema de justicia que muchas víctimas y sus familiares tienen que tragar su dolor sin ser siquiera oídos. Estos días muchos han tenido la total convicción de que no habrá extradición de los militares acusados en el caso jesuitas. Y esa convicción no ha estado basada en argumentos, sino en un a priori: tienen mucho poder. Y así ha ocurrido. Y pensamos que la jerarquía no debiera adherirse precipitadamente a los dictados de la Corte, tantas veces turbios. Y cuesta creer que el obispo castrense haya celebrado en la escuela militar una misa en acción de gracias porque los militares no han sido extraditados.

3. El Monseñor creyente: Dios y esperanza

No se puede ir al fondo de Monseñor sin tener presente a su Dios y cómo su misterio nos humaniza. Baste citar estas palabras que pronunció en medio, seis semanas antes de ser asesinado, en medio de la tragedia del país:

"Ningún hombre se conoce mientras no se haya encontrado con Dios… ¡Quien me diera queridos hermanos, que el fruto de esta predicación fuese que cada uno de nosotros fuéramos a encontrarnos con Dios y que viviéramos la alegría de su majestad y de nuestra pequeñez” (10 de febrero de 1980).

Desde esa experiencia de Dios Monseñor pudo hablar con absoluta convicción de cosas de las que no se suele hablar mucho y que, sin embargo, son centrales alrededor del caso de los jesuitas: la conversión, el perdón, el dejarse perdonar, las víctimas y mártires… Y pudo hablar de esperanza , cosa que, por lo general, nadie hace hoy, ni en la sociedad ni en la Iglesia, ni en El Salvador ni en el Vaticano. Sí lo hizo Monseñor. "Regresarán los desaparecidos. La sangre derramada no será en vano”. Pensando en los sufrimientos de nuestros días, recordemos estas palabras suyas.

"Y habrá una hora en que ya no haya secuestros y habrá felicidad y podremos salir a nuestras calles y a nuestros campos sin miedo de que nos torturen y nos secuestren. ¡Vendrá ese tiempo!… Para mí, éste es el honor más grande de la misión que el Señor me ha confiado: estar manteniendo esa esperanza y esa fe en el pueblo de Dios (Homilía del 2 de septiembre, 1979)

Monseñor anunció la esperanza y sus palabras sólo pueden venir de lo alto: "Sobre estas ruinas brillará la gloria del Señor” (7 de enero, 1979). Y si alguien pregunta qué es esa gloria de. Señor, Monseñor le responde: "La gloria de Dios es la vida del pobre”. "Gloria Dei vivens pauper”.

29 de agosto, 2011.

El pasado no está muerto

Carlos Ayala Ramírez
Director de Radio Ysuca
Adital
 

En los últimos días la opinión pública ha estado dominada por la noticia de las órdenes de captura de militares salvadoreños, giradas por el juez de la Audiencia Nacional de España, Eloy Velasco. Los militares son acusados de la matanza de seis sacerdotes jesuitas –cinco de ellos españoles– y de Elba y Celina Ramos, ocurrida en noviembre de 1989 en el campus de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas” (UCA). Este hecho ha sido calificado por el juez español como un crimen contra la humanidad o delito contra el derecho de gentes.

Las reacciones no se han hecho esperar: el Gobierno emitió un comunicado de cinco puntos, en los que se limita a informar los pasos que se han dado en torno al proceso judicial, sin emitir ningún juicio valorativo; el partido ARENA se pronunció argumentando que la resolución del juez Velasco atenta contra el régimen jurídico nacional, y que el caso ya fue investigado, juzgado y condenado conforme a las leyes salvadoreñas; el FMLN, por su parte, se pronunció de forma lacónica, genérica y ambigua, es decir, haciendo referencia a principios abstractos y eludiendo una posición firme y directa sobre el caso; la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), hizo un llamado a la Corte Suprema de Justicia para que haga valer el Estado constitucional de derecho, el respeto a la soberanía nacional, y mantenga incólume el prestigio de las instituciones nacionales, y volvió a repetir el discurso de que "abrir esta página de la historia lo único que logrará es desprestigiar el proceso de paz y a la Fuerza Armada que, a su juicio, solo cumplió con su obligación de defender la democracia.

Entre la postura del Gobierno y el FMLN, por un lado, y la de ARENA y ANEP, por otra parte, hay al menos una diferencia: los primeros son lacónicos y ambiguos, más preocupados por sus cuotas de poder, que por el pasado y las víctimas; los segundos son concretos y reiterativos en su posición de olvidar el pasado y rechazar la justicia universal. Pero hay también al menos un elemento común: son declaraciones que pretenden ser "políticamente correctas”, es decir, insisten en que se respete la institucionalidad democrática, el régimen de derecho, la reconciliación nacional, la soberanía, y a su vez, cierran filas para que el caso no amenace la supuesta estabilidad política del país. Con el pretexto de proteger un proceso político democrático, se termina relegando la verdad y la justicia, dos aspectos sustanciales para las víctimas del conflicto.

Ahora bien, ¿qué criterios debemos tener en cuenta para entender esta nueva coyuntura y las reacciones mostradas por los principales grupos de poder? Traemos a cuenta para este propósito algunas consideraciones que encontramos en un editorial de ECA titulado "Deuda con la memoria histórica” (noviembre-diciembre de 2003), que ciertamente resultan útiles y orientadoras para entender la presente coyuntura derivada del proceso judicial en curso, por el ‘caso jesuitas’. Parafraseamos al menos cinco reflexiones que se encuentran en el texto:

Primera, la sociedad salvadoreña todavía no ha saldado su deuda con su propio pasado. Es una deuda que solo puede ser saldada confrontándolo. Pero algunos piensan que el olvido es el mejor remedio para sus heridas; a otros, en cambio, el temor les impide enfrentarlo y han aprendido a convivir con él, aun cuando es fuente de penas y resentimientos. Pese a los esfuerzos oficiales para olvidarlo, el pasado es de gran actualidad en El Salvador.

Segunda, El gobierno, los partidos políticos, la empresa privada y un buen sector de la sociedad optaron por el olvido como la mejor respuesta a los hechos graves del pasado. Pero su esfuerzo fue inútil, no pudieron sepultar la memoria junto con las víctimas. Aun cuando insisten en negarla o desconocerla, ella persiste y contribuye a conservar un sentido clarividente de los derechos, desafía la historia oficial y reclama con insistencia la verdad y la justicia. El olvido empeñó la democratización, pero no mató el recuerdo.

Tercera, el verdadero compromiso con la democratización del país pasa por un proceso de verdad y justicia, el cual aunque admite formalidades y grados diversos, de acuerdo a las circunstancias, es inevitable para construir un nuevo ordenamiento. Esta tarea de mediano y largo plazo no es posible sin algún proceso que, de alguna forma ventile el pasado, satisfaga la justicia y repare daños, al menos de forma parcial. Ningún proceso social o político, puede alcanzar sus metas desde el olvido.

Cuarta, el recurso a un tribunal internacional suele ser consecuencia de la incapacidad de la justicia o de la debilidad del sistema judicial local, es una especie de complementariedad, una vez que se han recorrido todas las instancias nacionales sin encontrar justicia. Por tanto, si se desea evitar la exposición en un tribunal internacional independiente, la medida más eficaz es abrir las instancias nacionales. El antiguo concepto del poder soberano ahora mismo es obsoleto; su poder tiene un límite insuperable, marcado por el paradigma de los derechos humanos. El pasado no está muerto para la memoria, ni tampoco para la justicia procesal. Es evidente que las leyes de amnistía no son una garantía perpetua, tal como sus promotores calcularon.

Quinta, cabe advertir que no debe permitirse que los procesos judiciales se conviertan en una venganza, precisamente en nombre de la justicia. Tampoco puede permitirse que el proceso sea un remedo de justicia, que es lo que ha ocurrido hasta ahora, en aquellos casos en ha habido proceso judicial. El impacto social de estos procedimientos depende de su credibilidad.

En suma, estas valoraciones permiten ver con más amplitud la necesidad de la memoria histórica, como condición de posibilidad para tomar conciencia de los males que deben ser evitados, para cultivar honradez con la realidad salvadoreña, para desautorizar a los responsables de atrocidades, y para integrar y reconocer a quienes fueron perseguidos y desaparecidos por sus ideas e ideales. Una vez más se nos recuerda que el olvido es una invitación a cometer nuevos crímenes, tal como lo demuestra la historia reciente de nuestro país.

Jon Sobrino: ‘Monseñor Romero dijo la verdad vigorosamente’

Jon Sobrino: ‘Monseñor Romero dijo la verdad vigorosamente’
Diario CoLatino
Publicación de la Sociedad Cooperativa de Empleados de Diario Latino de R. L.
Adital.  Por Geovani Montalvo

La finalidad de Monseñor Romero fue servir al pobre, decir la verdad y aceptar sus consecuencias. Dijo la verdad públicamente, vigorosamente y el pueblo era el destinatario primario de su palabra, afirmó el teólogo Jon Sobrino, durante su conferencia "Monseñor Romero y la verdad]. (*)

"Es inconcebible que se diga a alguien ‘cristiano’ y no tome como Cristo una opción preferencial por los pobres”, dijo Romero en su homilía del 9 de septiembre de 1979. Cinco meses después, el 24 de marzo de 1980 caía abatido por una bala en su corazón.  

 Romero murió, lo mataron, pero vive en la esperanza del pueblo que aún escucha y sigue su legado cristiano revolucionario. Sus asesinos siguen allí, donde siempre han estado, detentando el poder.

 Monseñor Romero se topó con la realidad del pueblo, una realidad de injusticia y opresión, se topó también con la esperanza de liberación, afirmó Jon Sobrino. Por eso, lo llamamos pastor, profeta y mártir, San Romero de América, "son palabras que lo distinguen con gran precisión”, añadió Sobrino.

 En la conferencia realizada en el Auditórium Ignacio Ellacuría, el viernes 18 de marzo, el reconocido teólogo de la liberación enfatizó que el Obispo siempre tiene que aprender de su pueblo, así como Oscar Romero.

 Sobrino explicó que el obispo mártir no sólo decía la verdad, sino que también la argumentaba y no le daba miedo de que el pueblo pensara, usara la razón.

 

"Monseñor Romero en sus homilías mencionó cuantitativamente todas las víctimas de la semana y cuando tenía noticias, mencionaba quienes fueron los criminales, las circunstancias precisas en las que ocurrieron los hechos y mencionaba a los familiares de las víctimas”.

 

Parafraseando a un campesino, Monseñor Romero dijo la verdad y nos entendió a nosotros de pobres. Romero, según Sobrino, luchó contra la mentira, aquella que se representaba a través de personas, de militares, de paramilitares y políticos.

 

"Un cristiano que se solidariza con la parte opresora no es verdadero cristiano”, predicó Romero en la homilía del 16 de septiembre de 1979. "Surge siempre la necesidad de unas estructuras de justicia, de distribución, mejores que las que nos dominan”.

 

Jon Sobrino reiteró que su modo de decir la verdad, lo llevó a ser pionero en la defensa de los derechos humanos y a ser reconocido y aceptado con gran cariño por la población.

 

"Yo quisiera hacer aquí un llamamiento a los queridos cristianos: no les está prohibido organizarse, es un derecho, y en ciertos momentos, como hoy, es también un deber, porque las reivindicaciones sociales, políticas, tienen que ser, no de hombres aislados, sino que de la fuerza de un pueblo que clama unido por sus justos derechos. El pecado no es organizarse; el pecado es, para un cristiano, perder la perspectiva de Dios”, predicaba Romero desde Catedral Metropolitana.

 

Sobre la visita de Obama

 

Monseñor Ricardo Urioste, presidente de la Fundación Monseñor Romero, manifestó a Diario Co Latino que Romero se inspiró en Jesús para decir la verdad, para tener la honestidad que tuvo en vida en aquel momento tan difícil.

 

Asimismo, sobre la llegada de Barack Obama, mandatario estadounidense, a la cripta de Catedral para visitar la tumba de Monseñor Romero, el presidente de la fundación, Monseñor Urioste, dijo que es un "reconocimiento del Gobierno de Estados Unidos sobre la figura de Monseñor Romero y de lo que significó para El Salvador”.

 

Urioste es de la idea que el Presidente Obama "es alguien que piensa de manera diferente a los anteriores” y explicó que es una decisión muy buena el visitar la Cripta de Monseñor Romero, así como lo han hecho otros Presidentes de la región entre ellos, Lugo de Paraguay, Rafael Correa de Ecuador y el ex presidente Lula de Brasil.

 

"Yo creo que los que verdaderamente quieren gobernar al pueblo para un verdadero bien, tienen que contar con la sincera participación del pueblo noble de El Salvador y no usar ese nombre sólo como escalera para subir, y después, no se le tiene en cuenta al verdadero pueblo, que es al que tienen que servir desde el gobierno”, alertó Monseñor Romero, sobre el papel de los Gobernantes en la homilía 6 de enero de 1980.

 

"No idolatren sus riquezas”: Monseñor Romero

 

Este sábado por la tarde inicia la acostumbrada procesión de los farolitos desde la Plaza de las Américas, conocida como Salvador del Mundo, hacia Catedral Metropolitana para conmemorar los 31 años del asesinato del pastor mártir.

 

Décadas después de su martirio, a manos de los Escuadrones de la Muerte, su mensaje sigue vigente y su vida es un ejemplo para las nuevas generaciones. El Gobierno de Mauricio Funes, el primer Gobierno de izquierda electo en el país, lo catalogó como el guía espiritual de la nación.

 

"No me consideren ni juez ni enemigo. Soy simplemente el pastor, el hermano, el amigo de este pueblo que sabe de sus sufrimientos, de sus hambres, de sus angustias; y en nombre de esas voces yo levanto mi voz para decir: no idolatren sus riquezas, no las salven de manera que dejen morir de hambre a los demás”, dijo Romero a la oligarquía de El Salvador, en la Homilía del 6 de enero de 1980, dos meses antes de morir.

 

En 2010 la Asamblea Legislativa de El Salvador declaró el día 24 de marzo de cada año como "Día Nacional de Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez”. Además ese mismo año la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 24 de marzo como "Día Internacional por el Derecho a la Verdad acerca de las graves Violaciones de los Derechos Humanos y la Dignidad de las Víctimas”, como homenaje al trabajo pastoral de Monseñor Romero.

 

"El mensaje revolucionario del pueblo, El grito de liberación de nuestro pueblo es un clamor que sube hasta Dios y que ya nada ni nadie lo puede detener”, aseguró San Romero de América el 27 de enero de 1980.

 

(*) Nota de la Edición: (Conferencia impartida por Jon Sobrino S.J. y por Monseñor Ricardo Urioste, en el marco del XXXI aniversario del Martirio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero).

 

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Lea también:

 

Con Monseñor Romero renace la juventud del pueblo

 

Lo que titula estas líneas es el lema que la Fundación Monseñor Romero ha escogido para conmemorar el XXXI aniversario del martirio de quien es considerado un hombre de Dios, un seguidor ejemplar de Jesús de Nazaret, un verdadero profeta, un buen pastor y un hombre de Iglesia: monseñor Óscar Arnulfo Romero. El lema puede interpretarse al menos de dos formas. La primera, una referencia a la juventud de los pueblos, es decir, a la dimensión de esperanza, vitalidad e idealismo que pueden y deben tener los hombres y mujeres de las distintas naciones; una fuerza positiva que, claro está, requiere de referentes éticos que la inspiren y dinamicen. Está probado de que monseñor Romero es para muchos un referente en ese sentido. Pero también cabe otra interpretación, la referida al significado que puede tener monseñor para un sector importante de la sociedad: los jóvenes. No está demás decir que el porcentaje de población adolescente y joven en El Salvador es uno de los más elevados de Latinoamérica: una de cada cinco personas en el país es adolescente (entre 10 y 17 años); el número se incrementa a una de cada tres personas si incluimos a jóvenes entre los 19 y 24 años de edad. ¿En qué sentido este sector puede renacer desde el legado de monseñor Romero? Esta pregunta es la que trataremos de responder a continuación.

 

No sabemos qué hubiera dicho monseñor a los jóvenes de hoy considerando las nuevas circunstancias y desafíos. Probablemente, seguiría atrayendo de él, entre los jóvenes, su vida, su compromiso, su ser distinto al sistema establecido. Sin duda alguna, se ocuparía de esa juventud sin oportunidades, víctima de la violencia, sin estima, emigrante y sin futuro. Seguiría creyendo en la juventud como signo de renovación, sin ignorar las situaciones negativas que le afectan seriamente: la pobreza, la crisis familiar y su permeabilidad a las nuevas formas de expresiones culturales, entre otras.

 

Hoy en día, uno de los factores que impiden que la juventud se constituya en una fuerza renovadora, valiente y positiva es un modo de vida típico de las sociedades modernas, que suele proponerse como modelo a seguir: hablamos de la vida light. La palabra "light”, en principio, tiene una connotación positiva con respecto a la alimentación y su vínculo con la salud: gaseosa sin azúcar, cerveza sin alcohol, tabaco sin nicotina, café sin cafeína, queso sin grasa, etc. Pero también tiene una connotación negativa con respecto al modelo de vida predominante. La vida light se caracteriza porque el interés por la realidad es volátil y la esencia de las cosas ya no importa; solo lo superficial tiene valor. Lo importante es seducir, provocar y ser divertido, ya no interesan los contenidos. La consecuencia de esto es una mediocridad pública, una socialización de la trivialidad y lo mediocre. Se da un ascenso del egoísmo humano, de la insolidaridad, de una sociedad indiferente o apática hacia los otros. Surge la vida sin ideales, sin utopías, sin sueños, sin proyectos, sin incidencia en la realidad. Hay un dejarse llevar por la vida light: sexo sin amor, paternidad sin responsabilidad, diversión sin freno, política sin ética, economía sin equidad, religión sin espiritualidad, consumismo sin límites.

 

Ahora bien, ¿en los mensajes que monseñor dirigió en su tiempo a los jóvenes podemos encontrar elementos contraculturales para esta forma de vida? Creemos que sí, y citamos al menos tres: la cultura de un desarrollo incluyente; el cultivo del espíritu crítico y creativo; y el fomento de la espiritualidad. Tres aspectos que pueden revitalizar a la juventud de los pueblos en los dos sentidos que hemos mencionado. Veámoslos brevemente.

 

La cultura de un desarrollo incluyente: decía monseñor: "Hay que darle a la juventud, a la niñez de hoy, una sociedad, un ambiente, unas condiciones donde pueda desarrollar plenamente la vocación que Dios le ha dado (...) Hay que proporcionar al ambiente unas situaciones en que el hombre, imagen de Dios, pueda de veras resplandecer en el mundo como una imagen de Dios, participar en el bien común de la república, participar en aquellos bienes que Dios ha creado para todos” (homilía del 7 de mayo de 1978). Tenemos aquí un primer desafío que sigue siendo actual: los jóvenes deben tener acceso a la igualdad de oportunidades para desplegar sus potencialidades; especialmente, se deben crear oportunidades de educación y empleo, educación de calidad y empleo decente. Con el aumento de los jóvenes que no trabajan ni estudian, el país desaprovecha un potencial y estos se vuelven vulnerables al crimen organizado, o se ven forzados a la peligrosa aventura de la migración.

 

El cultivo del espíritu crítico y creativo: exhortaba el obispo mártir: "Tiene que proponer la Iglesia (...) una educación que haga de los hombres sujetos de su propio desarrollo, protagonistas de la historia. No masa pasiva, conformista, sino hombres que sepan lucir su inteligencia, su creatividad, su voluntad para el servicio común de la patria” (homilía del 15 de enero de 1978). Un segundo desafío que puede considerarse como estratégico: replantearse la necesidad de nuevos objetivos educativos. La educación no debe ni puede reducirse a mero adoctrinamiento, preparación profesional o a un proceso de adaptación social, sino que ha de entenderse como participación en el quehacer del propio crecimiento y del progreso social, o como proceso que permite a la persona hacer realidad sus capacidades y talentos. Opción típicamente cristiana: convertir al educando en sujeto de su propio desarrollo.

 

El fomento de la espiritualidad: en la fiesta de Pentecostés de 1978, monseñor Romero proclamó: "Jóvenes, en ustedes la Iglesia se renueva, en ustedes el Espíritu de Dios es como agua fecunda para la humanidad de esta arquidiócesis que vive en esta noche un Pentecostés no solo en su Catedral, sino en todo el ámbito de sus fronteras, gracias a que ha habido mártires que han sido nobles (…) Que ustedes sean ese reverdecer” (vigilia de Pentecostés, 13 de abril de 1978). Un tercer desafío necesario y urgente: desarrollar la espiritualidad, entendida como apertura a lo que nos hace mejores seres humanos: para los cristianos, el Dios de Jesús. Esa apertura nos capacita para vivir y convivir con profundidad el amor, la solidaridad compasiva y la indignación profética como verdadero sentido de la vida (opuesto al sinsentido de la vida light) y auténtica fuerza para que renazca la juventud de los pueblos.

 

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¿Quién mató a Monseñor?

 

Por Eduardo González Viaña

 

El sacerdote alzó la hostia y la mostró al pueblo.

 

Eran casi las siete de la noche del 24 de marzo de 1980. En la capilla de la Divina Providencia -situada en un barrio pobre de El Salvador- tan sólo estaban presentes algunos ancianos, muchas mujeres y un grupo de monjitas. Aquella era la ocasión buscada por los asesinos puesto que, a pesar de contar con el apoyo del ejército y el gobierno, eran muy prudentes.

 

-"Éste es mi cuerpo"

 

Mirando la hostia, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador, pronunció las palabras rituales que transforman el pan en el cuerpo de la víctima que va a ser sacrificada. Sus frases resultan hoy premonitorias:

 

"Que este cuerpo inmolado y esta sangre sacrificada por los hombres nos alimenten también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo”. 

 

El ejecutor se hallaba junto a la puerta disimulado tras de la pila de agua bendita. No sabemos si metió la mano y se persignó para que le trajera buena suerte. Levantó el rifle y apuntó. En ese momento, la hostia levantada sobre el rostro de Monseñor evitaba que éste lo viera. De todas formas, el asesino acarició su mejor soporte: El Starlight es una mira telescópica para rifles de precisión necesarios para una operación de este tipo.

 

Afuera lo esperaba el Escuadrón de la Muerte dentro de una camioneta Dodge Lancer blanca perteneciente al ejército y una Volkswagen Passat en la que iban los cabecillas de la operación.

 

Antes de que el Cuerpo de Cristo fuera consagrado, sonó el disparo. Lo escucharon a 50 metros los criminales y volvieron a la iglesia para recoger al ejecutor.

 

Monseñor Oscar Romero cayó sosteniendo la hostia contra su corazón. Si es cierto que en los últimos segundos precedentes a la muerte uno recuerda muchos años de su existencia, es posible que entonces viera los momentos en que se había convertido en la esperanza de los pobres martirizados en una nación paupérrima del planeta.

 

Acaso se vio en bicicleta como joven párroco de una aldea. Se recordó después como director del seminario de El Salvador. Se vio vestido de obispo y después de arzobispo, la primera autoridad eclesiástica del país.

 

Hizo memoria de todas las veces en que el presidente y los miembros más importantes del gobierno lo llamaron, lo adularon y lo invitaron a consagrar la tradicional unidad entre la Iglesia y los ricos, entre los obispos y los criminales.

 

Acaso en esos pocos segundos, se vio también declinando primero y después rechazando ese tipo de ofertas y de dádivas. Por el contrario, se recordó caminando con los pobres por las carreteras que el ejército había cerrado. De esa manera, con su presencia, evitaba que fueran ametrallados los ciudadanos que deseaban ejercer su derecho al sufragio.

 

¿Y qué pasó después? En vista de que su calzado tenía unos hoyos enormes en la suela, las monjitas le obsequiaron unos zapatos nuevos.

 

Se vio pobre, representante de pobres, viajando a Washington para pedirle al Presidente de Estados Unidos que no siguiera armando al ejército de El Salvador y evitara así una matanza que ya pasaba de 50 mil personas. Se vio regresando a su país colmado de promesas. Recordó que un año atrás el parlamento inglés por unanimidad lo había presentado como su candidato al Premio Nobel de la Paz.

 

Les ordeno en nombre de Dios: cese la represión

 

Recordó, por fin, las palabras de su homilía del domingo dirigidas a los hombres del ejército: "Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que viene de un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios”. 

 

Tal vez, todavía estaba en el aire su voz valiente proclamando que: "La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: cese la represión".

 

Esa fue su condena de muerte. El hombre que la ejecutó fue entrevistado el año pasado en California. Cuando dirigió la operación, era un rubio y sonrosado capitán de la Fuerza Aérea. Ahora es solamente un miserable. Vive escondido en una cabaña rodeado por criminales y drogadictos. Cuando el gobierno derechista lo consideró un estorbo, se fue a los Estados Unidos. "Allí ha sido repartidor de pizzas, vendedor de carros usados y lavador de narcodinero. Ahora arde en el infierno que ayudó a prender aquellos días cuando matar "comunistas" era un deporte”. 

 

Al periodista que le hizo el reportaje le rogó que le llevara dos supersanduches de Burger King. Uno era para comerlo en ese momento. El otro era para el día siguiente. "¿Y si se le pudre hasta mañana?”... "No importa. Todo lo que como está podrido”.

 

¿Quién mató a Monseñor?...

 

El asesinato de Monseñor Romero es considerado como un crimen de lesa humanidad, y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tiene abierto un expediente contra el estado salvadoreño. Desde hace una década esa organización "dependencia de la Organización de Estados Americanos- ha recomendado la derogación de la Ley de Amnistía, pero los últimos tres gobiernos” dos de Arena y el último del FMLN- han desoído la propuesta.

 

¿Quién mató a Monseñor?... No fue, de ninguna manera, el miserable de uñas sucias que se esconde en algún lugar de este país. Lo fueron sí quienes le dieron la orden, las empresas norteamericanas que financiaron a aquellos, el gobierno que amnistió a los criminales, y lo son quienes persisten, por cobardía, en dejar vigente esa ley.

 

¿Quién mató a Monseñor?... La pregunta puede responderse con otra: ¿quién armó al ejército de El Salvador? ¿Qué país entrenó a sus oficiales en torturas y masacres? ¿Qué país está pronto a echar de sus tronos a los dictadores árabes, pero toleró a los Pinochet, a los Fujimoris, a los Videlas, a la bestialidad sin fin del Cono Sur?...

 

¿Quién mató a Monseñor?... O más bien, ¿quiénes lo matan todos los días? ¿No lo serán los supuestos arzobispos que cerraron el templo a las víctimas en Ayacucho y proclamaron luego que los derechos humanos son una cojudez? ¿No lo serán los carnavalescos candidatos a la presidencia que están dispuestos a abrirle las puertas de su jaula al criminal Fujimori?

 

¿Quién mató a Monseñor?” ¿No serán acaso los que justifican las matanzas, los secuestros, la venta de niños y las torturas para supuestamente pacificar un país?

La bala alcanzó su objetivo ese día lunes 24. Acaso mientras caía a tierra, Monseñor recordaba sus propias palabras basadas en el Evangelio: "...Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado... El Evangelio me impulsa a hacerlo y en su nombre estoy dispuesto a ir a los tribunales, a la cárcel y a la muerte…”.

Mientras escribo esta nota, recuerdo lo escrito en el Evangelio de Mateo. Según él, son bienaventurados quienes sufren persecución y prisión por su amor a la justicia. Como la de Monseñor, su palabra vivirá para siempre.

El presidente Funes avanza y la derecha sigue paralizada

Roberto Pineda.  Pastor de la Iglesia Luterana.  Adital 
 
Como un experimentado equilibrista, el Presidente Funes avanza con paso seguro, por la cuerda floja de la gobernabilidad, hacia el cumplimiento de su proyecto político en alianza con el FMLN. El horizonte es el 2012. Mientras, sus adversarios de la derecha, observan impotentes y no terminan de encontrar la fórmula mágica para hacerlo tambalear y caerse.  
 
Al contrario, la misma derecha mediática reconoce por medio de sus principales casas encuestadoras que la popularidad del Presidente Funes se mantiene en alto. Y que la intensión de voto para el FMLN lo coloca como el partido vencedor de los próximos comicios municipales y legislativos. Esto lo dice la misma media derechista. El Gobierno Funes nació fuerte y sigue fuerte. 
 
Con respecto al Presidente Funes existen en el movimiento popular y social dos posiciones extremas: existen todavía personas que consideran al Presidente Funes como militante del FMLN cuando él claramente ha señalado que es "gobernante de la nación” y hay otro sector, que caracteriza a Funes como una persona de derecha, "al servicio de la oligarquía y el imperialismo.” Ambas posiciones son erradas.  
 
Mauricio Funes es un aliado de la izquierda. Una persona con un pensamiento democrático. Una persona que contribuyó decisivamente a la derrota de la derecha. Y que contribuye en la actualidad a su aislamiento. El Gobierno Funes se va a desplazar a la derecha, al mantenimiento del sistema, si la izquierda política y social se debilita. El Gobierno Funes se va desplazar a la izquierda, a los cambios, si la izquierda política y social se fortalece. Es un problema de correlación de fuerzas, es un problema político, no es un problema ético.  
 
Entramos al tercer mes de este año -el mes de Monseñor Romero- y el Gobierno Funes toma la iniciativa audaz de convocar a los expresidentes y jefes de los partidos políticos a un foro consultivo. La idea es la de un presidente abierto al dialogo ante un país en problemas.  
 
El país observa. Cristiani, Calderón Sol y Flores cometen la torpeza de responder bruscamente poniendo condiciones y quedan aislados, hasta de las mismas cúpulas empresariales y mediáticas. Saca reacciona tranquilamente aceptando. Los jefes de los partidos también aceptan agradecidos. Funes queda fortalecido. La derecha queda debilitada. Incapaz de construir una oposición visible y exitosa. Funes avanza…  
 
De cara a los cuatro presidentes areneros es una jugada maestra. Si rechazaban el llamado quedaban mal ante la opinión pública. Si aceptaban el llamado quedaban mal ante su militancia. Al final por precipitarse, quedaron mal en los dos sectores. Y en política los errores se pagan caros y la factura pronto tocara a las puertas del COENA y principalmente de Cristiani.  
 
La oligarquía empresarial se niega a pagar impuestos  
 
Durante el mes de febrero la derecha oligárquica estuvo empeñada en justificar su negativa de contribuir financieramente al bienestar de la nación. Nuestro país necesita una reforma tributaria que permita que los que ganan más paguen más. La ANEP como referente de los grandes empresarios se colocó abiertamente como un sector que evade su responsabilidad ciudadana. Obtiene altos índices de rentabilidad en sus empresas y se niega a compartir, incluso prefiere invertir fuera del país.  
 
La idea es que los empresarios contribuyan al bienestar de la población (salud, educación, vivienda, etc.) y que el estado no continúe recurriendo a los préstamos internacionales. El país observaba. Y presenció la actitud antinacional de la ANEP. No hay justificación de los empresarios para evadir los impuestos, como lo vinieron haciendo durante los veinte años de gobiernos areneros. Donde esto se discuta es irrelevante. Y los sectores populares han entrado ya a esta pelea como quedo evidenciado el pasado 2 de marzo con la marcha popular hacia la ANEP. Funes quedó fortalecido…  
 
 Asimismo el mes pasado se crearon las condiciones para la focalización del subsidio al gas propano. Este es un proyecto complejo, con muchas dificultades. Pero al final de cuentas va a beneficiar a una franja extensa de los sectores populares. Y afectará a algunos sectores de capas medias. Habrá que ir haciendo ajustes en el camino, como ya lo están haciendo. El principio es correcto. Hay que focalizar en los sectores más pobres para beneficiarlos. Hay que evitar que sean los empresarios los que se beneficien de los subsidios del estado. Funes quedara fortalecido.  
 
 Y si a esto agregamos la entrega de los paquetes escolares, y posteriormente de los uniformes y zapatos a la población estudiantil de primaria y secundaria, por segundo año consecutivo, la población está ya saboreando los resultados del cambio. Funes y el FMLN quedaran fortalecidos.  
 
  
¡Yankee come home!  
 
  
Por otra parte, la visita del presidente Obama viene también a fortalecer al Gobierno Funes. Es la visita del principal representante de la primera potencia mundial. Es la visita del presidente de una nación donde vive la tercera parte de los salvadoreños. Es la visita de un poderoso socio comercial. Es la visita de un país con el que se comparten intereses de seguridad regional. Es paradójico como la visita de un presidente de los Estados Unidos viene a hoy a fortalecer a un proyecto de izquierda, por lo que algunos en la misma izquierda en vez del tradicional yankee como home están diciendo: yankee come home.  
 
  
Existen, no obstante esto, cuatro nubarrones de tormenta: delincuencia, costo de la vida, corrupción y el transporte público. Estas son cuatro elementos que amenazan hoy por hoy la tranquilidad del Gobierno Funes. Con respecto a la delincuencia, el sentimiento de inseguridad y de frustración ciudadana sigue creciendo. Parece que sacar a los soldados del cuartel para aplanar las calles no ha ayudado mucho. Se necesitan mayores niveles de inteligencia policial y de organización popular. Y sobre todo recursos financieros y un consenso nacional sobre soluciones que todavía no existe. Es un problema que le puede complicar gravemente la gestión presidencial. 
 
  
El alza al costo de la vida, provocado por factores externos y principalmente por la vigencia de mecanismos internos derivados del modelo económico neoliberal vigente, que beneficia a los empresarios y castiga a los sectores populares, es una bomba de tiempo que solo puede ser desactivada por una firme voluntad gubernamental de romper con el modelo hegemónico ya en crisis. Y no se percibe tal voluntad.  
 
  
La corrupción existente y el justo castigo de los antiguos corruptos es una reivindicación muy sentida por los sectores populares. El candidato Funes se comprometió durante la campaña y ya hoy como Presidente debe tomar medidas enérgicas y no solamente simbólicas para enfrentar esta peligrosa tendencia de enriquecimiento ilícito en sus funcionarios, la cual quedo en evidencia con el famoso viaje a Israel de dos funcionarios.  
Y por último, el recurrente problema del transporte publico. El sentimiento generalizado de la población es que son un sector social irresponsable, peligroso, que goza de impunidad debido a sus vínculos con todos los partidos políticos y que se burla de cualquier tipo de compromiso. Si el Presidente Funes no enfrenta con medidas claras y firmes esta batalla por el bienestar ciudadano quedara como otro presidente al que le doblan los brazos "los buseros.” Y la gente le va pasar factura.  
Como conclusión puede afirmarse que hasta hoy el barco del Gobierno Funes navega con viento favorable hacia el 2012. Los nubarrones en el horizonte son manejables. El FMLN sacara ventaja de este viaje. Un viaje que muchos aplauden, incluidos los sectores populares, la mayoría de partidos políticos, los gobiernos de USA y de la Unión Europea e incluso sectores de la derecha mediática, y pocos rechazan, como la cúpula empresarial y ARENA, que al final tendrán que subirse al barco o quedarse a verlo radiante en el horizonte.  
San Salvador, 6 de marzo de 2011.

Lucha contra la exclusión de género

Carlos Ayala Ramírez.  Director de Radio Ysuca  
 
 El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la mujer y este año se cumple el primer centenario de los acontecimientos que originaron esa fecha. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha escogido como tema oficial de la conmemoración "La igualdad de acceso a la educación, la ciencia y la tecnología: camino hacia el trabajo decente para la mujer”. Es pues, una oportunidad más para conocer la realidad y los desafíos en materia de igualdad de género, así como para manifestar un reconocimiento a sus luchas pasadas y presentes orientadas a construir una sociedad incluyente.  
 
A nivel mundial se reconoce que de las personas que viven en situación de pobreza –un estimado de 1,700 millones- , más del 70% son mujeres. El concepto de feminización de la pobreza alude a este hecho, pero también a otros tres más: primero, el crecimiento de la proporción de las mujeres entre la población pobre es un proceso, y no simplemente un estado en un momento particular; segundo, mujeres y hombres tienen roles y posiciones diferentes en la sociedad, la incidencia de la pobreza varía según el rol que se desarrolle que, por lo general, es desventajoso para las mujeres; tercero, debido a los mayores niveles de inseguridad, precariedad y vulnerabilidad que sufren las mujeres, suelen ser el sector más expuesto a la pobreza. En consecuencia, feminización de la pobreza significa que las necesidades primordiales de un gran número de mujeres no están siendo satisfechas; por ejemplo: están excluidas de la educación, de la atención de salud, del acceso a la tierra, a los préstamos, a la herencia. Pero no sólo eso, tampoco se les reconoce ni recompensa su trabajo doméstico que si se contabilizara podría representar un alto porcentaje del Producto Interno Bruto. 
 
La cumbre de la ONU sobre Objetivos de Desarrollo del Milenio (celebrada en septiembre del año 2000), concluyó con la adopción de un plan de acción mundial para alcanzar los ocho objetivos de lucha contra la pobreza (al menos en el año 2015). Entre sus principales compromisos se encuentran lograr el empleo pleno y productivo para todos, incluidas las mujeres, eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria, y mejorar la salud materna. Nos estamos acercando al año 2015 y todo parece indicar que no se lograrán esos propósitos. El desafío continuará. 
Según el Informe sobre Desarrollo Humano El Salvador 2010, las mujeres son la mayoría de la población. Pese a ello, su vida se mira afectada por una serie de inequidades. Por ejemplo, sus tasas de participación en el mercado laboral continúan siendo bajas: apenas el 47% de las mujeres en edad de trabajar forman parte de la población económicamente activa, mientras que la participación de los hombres alcanza el 81%. En las zonas rurales la brecha se hace más honda: la tasa de participación de los hombres es del 87% versus el 35% para las mujeres. En lo que respecta a la educación, sin bien la brecha entre hombres y mujeres se ha ido reduciendo; la escolaridad promedio a nivel nacional apenas alcanza los 6 años. Esto es grave para hombres y mujeres si consideramos que la educación es considerada como de los instrumentos más poderosos para mejorar el bienestar de las personas, pues permite que la gente desarrolle sus habilidades, destrezas y capacidades, lo cual, además de ser un factor de realización personal, contribuye al logro de una mejor inserción en el mundo laboral. 
 
De ahí que el Informe proponga como una de sus bases para un modelo de desarrollo centrado en la gente, la equidad, especialmente la equidad de género, no sólo por razones de justicia social, sino también porque la plena incorporación de las mujeres volvería más fácil el esfuerzo del desarrollo. Con los altos niveles de exclusión de las mujeres, el país se priva o desaprovecha los aportes de este sector mayoritario de la población.  
 
 Necesitamos pues, de una política y una economía justas, que incorporen los intereses y necesidades de las mujeres, que ofrezcan condiciones de desarrollo humano para la mujer. Recordemos que una niña con hambre pierde su capacidad cognoscitiva, una joven que no sepa leer y escribir tiene limitado su futuro, una mujer que no tenga acceso a las oportunidades de empleo no es libre, una mujer maltratada es violentada en su dignidad. 
 
  
Pero el Día Internacional de la mujer, debe también llevarnos a reconocer su lucha necesaria y justa, porque al final de cuentas la equidad de género es un factor de redención de la humanidad. En sus gestas por participar en condiciones de igualdad con el hombre, se ha manifestado una fuerza de transformación de la que son portadoras. La actividad en los movimientos feministas, reivindicando sus derechos ciudadanos; su lucha por los derechos laborales y económicos; su trabajo por la justicia y la paz en la historia de los pueblos, descubren su fuerza crítica y creativa para cambiar las estructuras sociales y culturales, que ponen a las mujeres en inferioridad por la asimilación de una masculinidad marcada por la dominación, por el machismo y por la violencia. La liberación de la mujer lleva consigo un nuevo modo de vivir lo masculino y lo femenino, desde el reconocimiento de una común dignidad y derechos. En El Salvador una precursora de esa fuerza que reivindicó los derechos de la mujer fue Prudencia Ayala, mujer de sangre indígena, escritora y valiente activista que hizo sentir su voz exigiendo la vigencia de los derechos ciudadanos para las mujeres de su época.
 
 
ADITAL

¿A quién beneficia la visita de Obama a El Salvador?

¿A quién beneficia la visita de Obama a El Salvador?
La visita de Barack Obama a El Salvador el próximo marzo es un acontecimiento político que exige para el movimiento social y popular salvadoreño una clara y definida posición. Y este posición debe evitar caer tanto en un irreflexivo y servil entusiasmo oportunista como en repetir formulas dogmaticas de situaciones del pasado conflicto. Asimismo hay que evitar ser presa de la derecha mediática que hábilmente pretende lanzarnos al pleito y a las calles. 
 
 Debemos de ubicarnos en la nueva realidad creada a partir del 15 de marzo de 2009. Y definir una nueva estrategia para un nuevo momento. La derecha ha sido derrotada mientras que la izquierda todavía no dispone de todo el gobierno. Es un gobierno de transición en el que el mando se comparte con sectores de centro-izquierda encabezados por el presidente Mauricio Funes. Esta dualidad de mando fortalece el proyecto por su amplitud, a la vez que lo debilita porque dificulta e incluso puede bloquear la posibilidad de profundizarlo. 
 
 Pero esta es la dura realidad. Y sobre esta base hay que pensar y actuar para garantizar que este gobierno, que derrotó a la derecha, avance y no se estanque. Las elecciones municipales y legislativas del 2012 definirán hacia donde se inclinara la balanza. Si la derecha política recupera fuerzas este proceso de cambios se estancara e incluso puede revertirse.  
 
 Pero la perspectiva actual es la de avanzar. Y la derecha lo sabe. Y los Estados Unidos lo saben. Y este avance tiene dos motores: el de la izquierda política y el de la izquierda social. El motor electoral está ya encendido y seguramente va a acelerar la marcha en los próximos meses, pero el motor social continua apagado, no despega. Y esto beneficia a la derecha, que tiene a su motor social, representado por la ANEP bien aceitado y lanzado al ruedo político, mientras termina de reparar a su instrumento político, el partido ARENA. 
 
 La derecha salvadoreña, tradicionalmente anticomunista y proimperialista, va a presenciar la visita de un presidente estadounidense a un gobierno de izquierda, en el que participa significativamente el FMLN. Es un hecho inédito. La realidad supera siempre la fantasía. Cristiani vera con lagrimas en los ojos como Obama viene a darle un espaldarazo político al presidente Funes. Y no puede hacer nada al respecto más que tragar hondo y esperar que la visita termine. Es una visita que los perjudica.  
 
 La política de Obama hacia El Salvador  
 
 La política del gobierno estadounidense hacia el Gobierno Funes inteligentemente evade el tema ideológico de la presencia del FMLN y se fundamenta en abrirle las puertas de los organismos financieros internacionales para endeudar el país; vincularlo a sus organismos de inteligencia y seguridad regional, favorecer a sus empresas transnacionales y determinar el rumbo de su política exterior. No son casuales los viajes a Colombia e Israel. En particular, pretende alejarlo del ALBA, de Venezuela y de Cuba. Obama viene a fortalecer esta visión y relación política. Obama viene a legitimar al Gobierno Funes. Es una visita que beneficia al Gobierno Funes. 
 
Nuestra posición  
 
 Históricamente ha existido un profundo conflicto entre el movimiento social y popular salvadoreño y las diversas administraciones estadounidenses. Durante sesenta años los Estados Unidos apoyaron a las dictaduras militares. Durante 12 años, de 1980 a 1992, en el marco de la Guerra Popular Revolucionaria, los sectores populares encabezados por el FMLN enfrentaron las políticas de contrainsurgencia emanadas de Washington. Durante 20 años, de 1989 a 2009, los Estados Unidos apoyaron a los gobiernos derechistas de ARENA que impusieron el modelo neoliberal.  
 
 
 Durante la campaña de Schafik Handal como candidato del FMLN para la presidencia en el 2004 los Estados Unidos intervinieron abiertamente a favor del candidato de ARENA, Antonio Saca. Durante la campaña de Mauricio Funes como candidato del FMLN para la presidencia en el 2009, la situación se modificó. Y en esto influyó la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama, con una visión diferente en la defensa de los intereses imperiales.  
 
 
Y la derecha salvadoreña derrotada tuvo que aceptar que los Estados Unidos reconocieran la victoria de Funes. Perdieron la elección, perdieron al aliado. Los Estados Unidos tienen intereses, no amistades. Y esta visita por lo tanto beneficia al Gobierno Funes. Lo coloca e identifica como un gobierno confiable para sus intereses globales y regionales.  
 
 
Como movimiento social y popular debemos exigir al presidente Obama que se desmantele la Base Militar de Comalapa, el cierre de la ILEA, la modificación del TLC, la ampliación del TPS, el cese de las redadas contra nuestra Comunidad Salvadoreña en USA, así como solidarizarnos con las justas demandas de los trabajadores de Wisconsin y demandar que el gobierno estadounidense cese su apoyo a las dictaduras del Medio Oriente.                                           
Roberto Pineda. Pastor de la Iglesia Luterana.  ADITAL 
San Salvador, 27 de febrero de 2011