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ESPECIAL CRISTIAN POVEDA

ESPECIAL CRISTIAN POVEDA

EL FARO.  Plática con Christian Poveda, fotoperiodista y videodocumentalista

“Denunciar algo y poder difundirlo es una forma de militancia”

Edu Ponces, Edith Portillo y Daniel Valencia / Fotos: Jacqueline Lazo

Christian Poveda ha cubierto más conflictos de los que se pueden contar con los dedos de las dos manos. Uno de ellos fue la guerra civil salvadoreña, durante la cual pasó días enteros con Monseñor Romero, convivió con las FPL en el monte y siguió a la Fuerza Aérea, con la venia del Coronel Domingo Monterrosa. El vínculo que creó en esos días, y cierta disconformidad con los vientos políticos que soplan en Francia, lo han llevado a cambiar París por San Salvador, por tiempo indefinido.

Tras pasar los últimos tres años dedicado a cubrir el fenómeno de las pandillas, viviendo en La Campanera, califica la violencia en el país como ejemplo universal de una política social desastrosa y augura casi medio siglo de violencia más para los salvadoreños.

Vos llegaste a El Salvador a cubrir la guerra…
La primera vez yo llegué en enero de 1980 y me quedé hasta dos días antes de la muerte de Romero. En esa época no había guerra aún, la guerrilla tenía una parte clandestina urbana y muy pocos estaban en el monte. Se toman el monte alrededor de octubre del 80. Entonces, yo volví clandestinamente en el 81 durante la primera ofensiva. Estuve en Chalatenango con las FPL casi un mes y medio.

¿Ya venías a cubrir para Paris Match?
No la primera vez, vine para Time Magazine.

A buscar notas de ambiente de pre guerra.
No sólo ambiente, había una represión tremenda, manifestaciones diarias…matanzas diarias. Cada mañana nosotros nos levantábamos y la primera cosa que hacíamos durante tres horas era dar vueltas viendo todos los muertos de la ciudad. Y había montones. O muertos asesinados por los famosos escuadrones de la muerte, por la policía o por la propia guerrilla que hacía “juicios populares”, como ellos los llamaban.

¿No viviste el asesinato de Romero?
Yo hice casi las últimas fotos de él vivo. Yo estuve con él dos días y me fui para Nueva York y dos días más tarde lo mataron. Ahí me enteré. Y no pude estar para el entierro. Pero durante tres meses aquí, todos los domingos el trabajo consistía en ir a la misa de Monseñor y si teníamos la oportunidad, seguirlo. Lo mataron un lunes y yo el viernes anterior estuve con él en un pueblito, no recuerdo exactamente dónde está pero es aquí por la zona de San Salvador, donde hizo una boda en común, había como 7 u 8 parejas que se casaban al mismo tiempo y él hizo la misa y los casó a todos. Pasamos casi todo el día con él.

¿Lograste entablar alguna relación más o menos cercana con él?
Íbamos en su carro, en su Land Rover. Con él no había problema, ibas a la iglesia donde estaba y recibía a la gente. Podías entrar y tomar fotos, hablabas directamente con él. Era un hombre muy abierto, permitía acceso permanente a la prensa.

¿Y cuando volvés en el 81, con las FPL, como hacés el contacto?
El contacto lo hago directamente en Francia. Yo estuve con Roberto Armijo que era el representante del FMLN ahí. Roberto fue el primer salvadoreño que yo conocí y con él preparé todo. Me contactó con él gente del Frente Sandinista, en París. Fue antes del primer viaje. Yo ya estaba buscando contactos, pensaba venir a El Salvador y quería establecer contactos con la guerrilla urbana y me contactaron aquí con gente de las FPL. Eso me permitió estar aquí en una casa clandestina tomando fotos y entrevistando a gente que estaba encapuchada y no le pude ver el rostro.

¿Era la primera vez que cubrías un conflicto?
No, no.

¿Dónde más habías estado?
Yo estado cubriendo varios conflictos. He estado en Irán, Iraq, Líbano, en el Sahara Occidental varias veces… No era la primera vez.

El Sahara fue tu primer reportaje de conflicto, ¿no?
Si. Eso fue lo mismo. París es una ciudad donde tienes un montón de organizaciones, en esa época, guerrilleras y de izquierda. Tienen representantes ahí. Con esa gente hacés contactos y a partir de ahí se organizan los viajes.

¿Cuál fue tu motivación para empezar en esto del fotoperiodismo? Venías de estudiar periodismo, de movimientos de izquierdas…
Yo tengo 52 años y el mayo del 68 me agarro con apenas 13. Pero fue algo muy fuerte en Francia, así que yo llegué a los 15 años en un momento en que los movimientos izquierdistas son muy fuertes, estábamos en plena guerra del Vietnam… Y, además, yo soy hijo de refugiados políticos de España, en esa época aún está Franco, entonces me involucré naturalmente en movimientos de izquierda y organizaciones estudiantiles.

Te venía por herencia, vamos…
Sí. Más que todo trabajaba bastante en una asociación de lucha contra la guerra de Vietnam. En esa asociación tuve acceso a un montón de fotos de la guerra de Vietnam. Fotos de Larry Burrows, Don McCullin, esa gente. Ahí me entró la pasión. Viendo todas esas fotos ahí, me di cuenta que, realmente, a través de la foto hay una forma de denunciar. Decidí hacerlo mi profesión, y así fue.

¿Cuántos conflictos?
No sé… El Salvador, Guatemala, todo el problema de la contra en Nicaragua, Chile, Perú, Bolivia, Argentina, en África he estado en el Sahara Occidental, Sierra Leona, en el Líbano estuve bastante, la guerra Irán-Iraq, en Filipinas, Camboya… un montón. Jajaja.

¿Y nunca te costó no involucrarte con esos movimientos? ¿Cómo es la distancia que vos tomas como fotógrafo o video documentalista ante lo que cubrís?
A partir del momento que yo decidí hacer de esto mi profesión, eso no me hace olvidar mis pensamientos políticos, pero denunciar a través de mi profesión es una forma de militancia, me entiendes. No necesito involucrarme en los hechos, solamente denunciar algo y poder difundirlo y que la gente tenga acceso a esa información es una forma de militancia. Mi punto de vista como fotoperiodista y como documentalista es siempre denunciar algo. Agarrar un tema que tenga unas raíces sociales bastante fuertes y ver cuáles son realmente las causas. Revelar algo. Siempre con la idea de llevar a la gente a la reflexión.

¿Cómo escogés tus temas, como por ejemplo lo que estás trabajando ahora de las pandillas?
Las pandillas, para mí, es una prolongación de lo que hice en los 80 durante la guerra. El Salvador ha sido el país donde yo me involucré más, donde he guardado contactos y donde he estado pendiente siempre de lo que estaba pasando. Y el problema de las pandillas me pareció bien significante de lo que puede ser una política desastrosa a nivel social. Y, como europeo, me interesaba porque allá hay muchos problemas ahora con la inmigración. Muchos partidos de extrema derecha han crecido y han conseguido su fuerza a través de discursos contra la migración, algo que ha surgido, y eso es un hecho verdadero, porque la mayoría de delincuencia que tenemos en Europa viene de la inmigración. En Francia, el 80 por ciento de los delincuentes son inmigrantes o hijos de inmigrantes.

Y ¿Por qué? Es interesante saber porqué. Es bien simple. Una mala política de inmigración de los inmigrantes que trajimos en los 60 y 70 para que trabajaran de forma barata. No se ha hecho nada para integrar, no se ha hecho nada para darles una educación especial, mucha gente que llegaba eran analfabetos. Y hoy las consecuencias es que se han formado guetos, se han apartado. Y los hijos no tienen ganas de vivir la misma vida que los padres y se van a lo más fácil. La venta de drogas y esas cosas.

¿Pero cuál es la relación de eso con El Salvador?
Pues allá no hemos llegado al nivel de violencia que existe aquí, estamos muy lejos de eso, pero la violencia está incrementando bastante. Hace dos o tres años habían pocos homicidios pero ya, por ejemplo en el barrio donde yo crecí en París, un barrio popular con mucha inmigración, hoy día están empezando a aparecer muertos.

La relación que hago es tomar el tema de las maras aquí como un tema universal. Vamos a lo peor que puede existir, lo peor que se puede hacer en política social para terminar generando este tipo de cosas, y tomarlo como un ejemplo universal para que nosotros, por lo menos en Europa, podamos ver las consecuencias de un fenómeno así. Porque si no lo frenamos, dentro de 10 o 15 años podrá pasar exactamente lo mismo que está pasando aquí. Ahora ya van tres años que estoy trabajando con ellos.

¿Lo has trabajado regionalmente, o solo acá?
No, acá. Acá es suficiente.

Ja, ja, ja.
Como ejemplo universal es suficiente. Ir a Guatemala o a Honduras sería repetir lo que estoy haciendo acá, no tendría sentido

¿A qué te referís con lo peor que se puede hacer en política social?
Yo estoy muy consciente de que la represión no sirve para nada. Este país escogió la manera fuerte, la manera represiva de resolver el problema. Es claro que no se puede dejar a la gente delinquir en la calle, no se puede dejar a la gente matar y robar. Se tiene que aplicar la ley. El problema es que paralelamente a eso no hay ninguna política para resolver el problema. Hoy se considera que hay unos 13 mil pandilleros en el país juntando las dos maras. Esta gente, al 80 por ciento, es una generación quemada. Muy pocos se van a rehabilitar. La mayoría van a morir o van a terminar en las cárceles. El problema es que no se ha hecho ningún trabajo hacia los hijos de esta gente, o los niños que viven en estas zonas marginales y se están integrando a estas pandillas de forma muy regular. En vez de resolver el problema con una sola generación, considerando que eso son veinte años, este país va para dos generaciones, quizás tres si no cambian de política. Estamos hablando de cuarenta años. Pueden hacer todas las cárceles que quieran, no van a resolver el problema metiendo a la gente en la cárcel. Los asesinos y los ladrones tienen que ir a la cárcel, pero hay que pensar dentro de diez años. Y yo veo que en este país no se piensa, funcionan solo en el día a día.

Este gobierno actúa a través de la comunicación, Saca es muy fuerte en eso. Visita los medios sin parar, la radio, la televisión, los diarios. De esta forma quieren demostrar que están cumpliendo pero la realidad es distinta. Yo he estado un año y medio, a diario, en zonas marginales con pandilleros y con gente que no lo es, porque en las marginales no todos son pandilleros. En La Campanera (Soyapango) donde yo he estado trabajando son 50 pandilleros para 8 mil personas que viven ahí. Esa gente no ve absolutamente ningún cambio. Ve la policía, mucha policía, mucha actuación, pero las pandillas se adaptan muy rápidamente a las situaciones. La policía puede actuar en una zona y ser muy eficaz arrestando y poniendo en la cárcel a varios, pero rápidamente la pandilla se adapta a eso, y van a llegar nuevos, y las rentas van a seguir igual.

En La Campanera yo he visto pasar de 60 a 20 pandilleros y, en dos meses, los 60 ya estaban de nuevo y todas las actividades ya estaban de nuevo. De repente vuelve la policía, baja de nuevo porque ellos se van o los encarcelan… Es como cuando pateas un hormiguero, las hormigas se van, pero rápidamente lo van a reconstruir. Las pandillas tienen esta potencia. Porque son muy numerosos, y están súper bien organizados. Yo no le veo ninguna eficacia a la política que se está llevando en este país. Yo lo lamento por los salvadoreños pero se van para muchísimos años con una problemática de violencia terrible. Terrible para la gente que vive en esas zonas, terrible para la economía del país… y es terrible para esa propia juventud. Hay que entender por qué un niño de 12 o 13 años llega a involucrarse a una pandilla para darle su vida, porque estamos hablando de eso. Y no es solamente por el trabajo que hacen las pandillas de reclutamiento, como estamos leyendo últimamente en los medios. Yo lo he visto con mis propios ojos. Vienen solos. Las pandillas no necesitan ir a buscarlos. Los niños les vienen solos. Niños que están con problemas de familia terribles o de familias pobres que no tienen tiempo de ocuparse de sus hijos. Y como tampoco hay ninguna política familiar en el país, gente que esta trabajando duro se encuentra con 6, 7 hijos. Si vos ganas 100 dólares mensuales, ¿Cómo te vas a poder ocupar de tus hijos y darles educación?

Vos que estuviste en la guerra, ¿qué tanto crees que el problema de la violencia tiene origen en el conflicto?
Totalmente. Doce años de guerra en un país tan pequeño y con un potencial económico tan bajo como El Salvador, tiene que tener repercusiones socioeconómicas fuertes. Ha muerto mucha gente, mucha gente se ha ido. Se ha perdido un potencial de construcción del país para darle un nivel económico y social más alto. Una guerra te destroza un país más que te lo construye. Hoy, la situación económica en la que se encuentra esta gente de donde surgen las pandillas, es consecuencia de la guerra. De la guerra y de las malas políticas que hubo antes y que llevaron a la guerra.

Pero yo me refería a una cultura de la violencia. A normalizar la violencia.
¡Claro! Aquí la muerte es un espectáculo. Yo en los 80 cuando cubría muertos en la calle tenías alrededor a gente mirando, esperando a que vengan a tomar fotos. Si yo te muestro fotos que yo tomé en los años 80, la gente está posando. ¡Está el muerto y están posando! Y hoy es lo mismo. Hoy hay un muerto y ves a la gente que van con los niños. Eso viene también de 12 años de guerra y de muchísimos muertos. Y asesinados de forma muy violenta. Porque los muertos que dejaban los escuadrones de la muerte no eran muertos sólo de un balazo en la cabeza. Había torturas y eso era visible en los cadáveres que veías en la calle.

Luego del año que estuviste con las FPL, ¿volviste al país a cubrir la guerra o ya no?
Viví en el 84 en el país, cubriendo la guerra desde las dos partes. Con el ejército en la época del coronel Monterrosa, que era un coronel que se abría mucho a la prensa. Me dio acceso a la Fuerza Aérea, trabajé mucho tiempo con ellos; y al mismo tiempo, tuve mis conectes con la guerrilla. Entonces de vez en cuando me iba al monte y ahí pasaba un tiempo tomando fotos. En ese momento tú conocías la zona y sabías dónde estaban los unos y los otros. Agarrabas un carro, te ibas, y de repente te topabas con un retén de la guerrilla… los accesos a la guerrilla y al ejército estaban muy abiertos. Había una facilidad de trabajo para nosotros increíble. Podáis trabajar con todo mundo de una manera muy fácil.

¿Te jugaste la vida en algún enfrentamiento?
Cuando andas en zona de combate siempre estás en riesgo. Estuve en emboscadas, me han caído emboscadas. En el 84 era el segundo fotógrafo de Newsweek, porque aquí vivía John Hoagland, que era el corresponsal aquí. Estaba la campaña electoral del 84 y yo venía en apoyo. John murió de un balazo. Aquí han muerto muchos fotógrafos, periodistas, camarógrafos salvadoreños y extranjeros. Era una guerra peligrosa y era peligrosa por el acceso que te daban. Te dejaba ir hasta en primera línea. Yo me encontraba en combates en primera línea. Te lo permitía la guerrilla y el ejército. Hay muchos países que no te dejan, no toman el riesgo de llevar periodistas al combate. Tú puedes llegar después de un combate, media hora, y ahí quedan muchos rastros, muchas fotos que hacer. Pero estar en el mero combate hay pocos países que te lo permiten. En El Salvador podíamos hacer cualquier cosa. John Hoagland murió porque estaba con el ejército y podía pasarse con la guerrilla. Y en mero combate fue un error gravísimo, más para alguien que tenía esa experiencia en combate. Se encontró en medio de un fuego cruzado y así murió.

Vos conociste a esta “generación El Salvador”, que luego se ha convertido en un mito.
Soy parte de eso. Hicimos el libro común que se llama El Salvador, el trabajo de 30 fotógrafos. Hicimos ese libro y exposiciones a través de todo Estados Unidos Y varios países de Europa.

¿Antes de venir a El Salvador,  ya eran conocidos?
Susan Meiselas venía de Nicaragua. John Hoagland, James Nachtwey no era conocido en la época. Muchos empezamos aquí. Como hubo una generación Vietnam, una generación Líbano, después hubo la generación El Salvador  y después hubo la generación Bosnia… y como ahora está la generación Iraq. Son generaciones de fotógrafos que surgen con estos eventos y después quedan en la profesión y siguen en otros eventos.

¿Cómo vivían aquí?
Había muchos que venían como independientes y trabajaban compartiendo casa, información, carro porque no había mucho dinero.

¿Dependiendo si…?
Freelancear. Yo, por ejemplo, vine freelance y agarré a Time Magazine con mis primeras fotos. Tenía como representación una agencia en Nueva York, le mandé las fotos y así agarré Times. Sale trabajo. Recordá que en esa época las agencias de foto eran muy importantes. Tenías Gamma, Sigma... Estas agencias le daban una cobertura mundial a todo lo que podía pasar y una distribución mundial a todos los reportajes de fotos.  En esa época buscaban el financiamiento de los reportajes o si no lo buscaban financiaban ellas mismas los reportajes.

Porque sabían que iban a vender.
Bueno, a veces no recuperaban el dinero. Era un sistema de coproducción. Compartíamos los gastos de nuestro trabajo con la agencia. Es decir, la agencia pagaba el cincuenta por cien de los gastos, el fotógrafo el otro cincuenta y las ventas  se compartían cincuenta-cincuenta. Generalmente la agencia adelantaba el dinero. Hoy en día la agencia es algo diferente. Se llaman agencias pero ya les quitaría el nombre. Ahora solo hacen distribución de un trabajo ya cumplido, ya hecho. Los fotógrafos buscan ellos mismos su propio financiamiento; y ya cuando lo tienen realizan ellos sus propias ventas. Y después los dan en distribución a agencias. Es más arriesgado para el fotógrafo. Ya estas agencias no toman ningún riesgo de nada. Gastan sólo en una estructura de distribución y los distribuyen bien, hacen buenas ventas, pero ya no participan en la elaboración de un reportaje. Estoy hablando de grandes agencias. Pero hay un montón de agencias que han surgido en Europa, que son colectivos, que funcionan con la idea de desarrollar proyectos comunes a varios fotógrafos y buscar financiamiento que sale fuera del mundo de la prensa. Fundaciones, premios, libros, exposiciones…. Esa es la gran diferencia con mi generación. Antes, lo que ganábamos venía directamente de la prensa. Hoy la prensa no te da nada o casi nada.

¿Te da para vivir este trabajo?
Sí, cumplo treinta años, este año, en que…

Comes de esto.
Sí, jajaja. Pero también hago documentales. Digamos que la economía de un documental es totalmente diferente al de un reportaje fotográfico. En el documental trabajas ya con presupuestos establecidos. Ahí ya entra tu salario. Cuando haces un documental firmas un contrato con una productora y esta a su vez lo firma con una televisora. Todo está definido. Entonces, cuando hago un documental ya sé adónde voy, cuando hago fotos no sé adónde voy jajaja.

¿El documental de las maras en La Campanera es tuyo?
Es mío. Yo hice el proyecto, lo redacté. Una televisora casi nunca trabaja con independientes. Y yo he colocado el documental a través de una productora que es mía, en donde tengo varios socios franceses, mexicanos. En la compañía hay varios directores de documentales, los que hacemos cine y tenemos dos de los socios que hacen únicamente producción.

Vos decís que los mareros sí buscan rehabilitarse. Cuando uno habla con organizaciones e instituciones acerca de esto señalan que es difícil para los mareros rehabilitarse, que la misma pandilla no los deja.
Es totalmente falso porque parte de mi película ha sido filmar un taller de rehabilitación en La Campanera. Se montó un taller de panadería y este taller se montó con la colaboración total de la pandilla 18. Pero hay otros talleres en otros barrios con la MS y es igual. Hay ONG que montan talleres. La problemática del taller no es tanto que la pandilla no quiera talleres. Creo que las dos pandillas están de acuerdo con eso. Pero, por ejemplo, el taller de La Campanera, cincuenta por ciento falló por culpa de los propios pandilleros y el otro cincuenta por ciento se lo pongo a la policía. Hubo un desgaste. El comisionado de Soyapango no quiso reconocer la existencia de ese taller. Entonces estábamos en un estado de agrupación ilícita.

Asociación ilícita para hacer pan.
Y pan dulce. Al principio se vendían hasta 80 dólares diarios. Era muy bueno. El problema es que para hacer pan se necesita harina... es decir, ir a comprarla. Necesitas vender. Y el gran problema era la venta. Cuando ellos salían a vender el pan los agarraba la policía. El pan iba al suelo, el dinero a saber adónde y el panadero a bartolinas. Fue un desgaste. Rápidamente de 15 que teníamos al principio, bajamos a siete en menos de tres semanas. Y los otros se cansaron.

¿Cuánto tiempo duró?
Seis meses, de marzo a julio.

¿Por qué en La Campanera y no en otro lado?
Yo he hecho la propuesta del documental a las dos pandillas al mismo tiempo. Las dos pandillas tuvieron mi proyecto en la mano al mismo tiempo. La MS por razones internas no quiso colaborar y la 18 sí. Mi proyecto era pasar un año en una zona en donde está viviendo una clica de la pandilla y estar filmando a diario la vida de ellos sin ningún problema. Pero estamos siempre en el mismo lugar. Entonces resultó que iba a ser con la 18 y propusieron La Campanera. No era mi elección pero el lugar no me importaba, me importaba tener bastante gente de una clica para poder trabajar con ellos.

Has planteado un perfil socioeconómico del pandillero… ¿cuál es el perfil psicológico?
Son personas totalmente marginadas de la sociedad. Que viven con unas reglas muy estrictas. No hay realmente… definir un perfil psicológico para 10 mil personas es difícil. Dentro de la pandilla tienes diferentes temperamentos, a gentes  que son bien diferentes. Todos vienen de la misma problemática. Yo he hecho 190 entrevistas de pandilleros de las dos pandillas en las que cada uno me ha contado su vida y sale un promedio de 75 por cien que son niños abandonados. Madres solteras o abandonados con la abuela o con los tíos. De padres que se van para Estados Unidos; madres que se casan de nuevo pero que dejan a los niños del anterior matrimonio con la abuela. O niños totalmente abandonados. Dos de mi película son niños que nunca conocieron a sus padres. Cuando haces encuestas sociológicas éstas se basan normalmente sobre 80 testimonios. En este caso, he hecho 190 y…

¿Un café?
Sí, por supuesto. Digamos. El resultado es bien revelador ¿no? Todo esto viene de una miseria social, terrible. Y que tiene consecuencias sobre toda la sociedad. Es decir, gente que se siente totalmente rechazada, y que están puestos al margen de la sociedad. Ellos mismos por la forma de actuar y el no respeto de las leyes y todo. Pero aun así, digamos, hoy no encuentran una mano amiga, vamos a decir así para utilizar términos locales. Y las únicas manos admitidas por todo el mundo, o por las pandillas o por la policía, son las iglesias. Y si hoy la pandilla permite a un pandillero salirse sin tener ningún problema con la pandilla, únicamente a través de la iglesia.

¿Esa es la única?
Yo es la única que conozco, hasta ahora. Supongo que habrá otras, pero muy pocas. En el caso de La Campanera, de la gente que está filmada, tres, este año, se han ido para una iglesia. Pero yo diría que es una comida de coco por otra. Que no es una solución. Quiere decir que la solución de resolver el problema de las pandillas la religión no la hace. No creo que sea algo exitoso a la larga. El caso de un chico que yo estuve haciéndole su retrato hace dos días, apenas hace dos días. El mismo chico que me hablaba de su propia pandilla sin parar, apenas hace dos meses, ahora me habla de Dios, de la Biblia, de no sé qué. Entonces, como decía, es una comida de coco por otra.  Pero por lo menos, es una forma de salirse aceptada por todo el mundo y ya es algo por lo menos, pero son muy pocos.

¿Tenés intenciones de quedarte en el país?
Quedarme aquí en el país.

¿Más allá del documental?
Sí.

¿Por?
Ya decidí. No habría razones. Bueno. Primero porque me gusta mi país… este país…

Jajajaja
Jajaja. Me gusta este país. Tengo una compañera salvadoreña y aquí digamos que estoy en una zona en donde antes, para yo… nunca he trabajado en Francia. Cuando estaba en Francia estaba  pensando lo que iba a hacer de reportaje o preparando un reportaje o llegando de un reportaje, pero nunca he estado trabajando realmente. Me iba a trabajar fuera, tomaba un avión y todo. Hoy ya no estoy en el lugar de donde yo he trabajado toda mi vida, entonces me siento mucho más productivo. Por ejemplo no he terminado la filmación del documental, pero ya estoy haciendo fotos, ya hice un reportaje. Ya tengo varios proyectos de documentales. No solamente aquí en El Salvador, el próximo documental que quiero hacer no es aquí en El Salvador, es en Guatemala. Pero trabajar en toda la región me atrae mucho. Me siento bien acá y la nueva política francesa no me gusta mucho, entonces mejor… ja, ja, ja, a ver aquí lo que pasa.

Y bueno, también tengo proyectos a nivel de fotografía. Estoy colaborando bastante con Edgar Romero, del Photo Café, en la exposición esta que están organizando allí. Estoy dando charlas a fotógrafos. Me gusta también la idea de compartir mi experiencia y entonces estoy pensando en montar quizás no una escuela, pero como un taller de fotoperiodismo.

¿Y vos creés que hay muchas deficiencias aquí en el fotoperiodismo?
¿Aquí? ¡Enormes! Ja, ja, ja, aquí es una catástrofe, ja, ja, ja. Aquí hay potencial, yo ahora estoy editando para la exposición de ES photo, que es una exposición que cubre un año de fotoperiodismo en El Salvador, fotos hechas por salvadoreños o fotógrafos extranjeros que viven aquí en el país. Hay de todo aquí. Hay buenos fotógrafos, pero también hay otros que son una catástrofe. Uno de los problemas de los fotógrafos en este país es que no conocen nada de fotoperiodismo a nivel internacional. Tú les hablas de fotógrafos mundialmente conocidos, como Eugene Smith o Don Mc Cullin, ese tipo de fotógrafos que son de lo mejor que hay y no los conocen, ni saben quiénes son. Quizás han visto fotos famosas algún día pero son incapaces de ponerle un nombre. Aquí los fotógrafos no se instruyen sobre lo que existe, no van así como alguien que escribe puede leer libros, y uno leyendo libros también aprende.

Yo, como aquí no llega ninguna de toda esa información, cuando llegué aquí una de las primeras cosas que he hecho es apuntarme en un montón de newsletters relacionadas con la fotografía, recibo a diario montón de información de exposiciones, libros, reportajes, premios, llamamientos para premios y concursos. Les he hecho la propuesta a varios fotógrafos y les mando copia de lo que recibo, ya van como unos 30 más o menos que están recibiendo a diario ese material. Edu (Ponces) es parte de ellos. Hay suficiente información para que cada uno agarre lo que le interesa, hay algunos que los guardan, hay algunos que ni los leen, ja, ja, ja, pero poco a poco me he dado cuenta de que se está mostrando un interés.

Estoy con una idea de un proyecto que ya lo escribí y lo voy a presentar estos días a todos los fotógrafos salvadoreños, con la idea de mostrar a El Salvador de otra forma, a lo largo de un trabajo de uno o dos años ir a trabajar sobre la familia, el hogar, la marginalización que existe en el país, a largo plazo, así un poco como se hizo en los Estados Unidos en los años 30, después de la depresión, “The Farm Security Administration”. De ahí surgieron un montón de fotógrafos que han sido mundialmente conocidos. 

Ahora, este tipo de trabajo es un trabajo que han cumplido después muchos otros fotógrafos, que se han hecho en la agencia Magnum y todo, que entendió que se puede lograr una verdadera imagen de un país solamente a largo plazo, con el tiempo. Por ejemplo, yo, en lo que hago con mi trabajo documental. Por eso decidí pasar un año en La Campanera. No es lo mismo pasar un año en La Campanera que pasar una semana. Lo que he logrado nunca lo hubiera logrado en una semana. Dos de mis protagonistas murieron durante la filmación, puedes imaginar entonces que hay gente que la tengo viva y la tengo muerta. Solamente el tiempo me ha permitido eso.

¿Y ES Photo?
Para ES Photo hemos pedido que cada uno mande tres fotos y de las tres fotos se le elige una. Hasta ahora me he topado como más de 20 fotógrafos a los que le he rechazado las fotos que me han presentado. Hay un fotógrafo que presentó las tres fotos, las rechazamos, hablamos con él, el tipo se fue, luego me presentó seis fotos, y de esas hay tres que me fue difícil escoger cuál. Pero tuvimos que rechazarlo para que dijera “no, yo quiero estar ahí”. Otro fotógrafo - no voy a decir nombres, ja, ja, ja - lo rechazamos tres veces y al final me encontré de casualidad con él y le dije “mira, vamos a tu casa y muéstrame tu material”. Salí con siete fotos que pueden estar, el problema es que no puede editar su propio material, escoge la mala foto. Y ahí las tengo pendientes porque no sé cuál voy a elegir, pero ya le dije que es seguro que va a estar.

A ver, hay una anécdota que nos han contado: que vos llegaste a este país con las cámaras de Sebastiao Salgado. ¿Es cierto eso?
Es verdad.

¿Y eso cómo fue?
Se las compré. Sebastiao es un amigo, y entonces él como se fue de la agencia Gamma para entrar a Mágnum le dieron un contrato con Leica, y entonces él en esa época tenía con Nikon, entonces las vendía. Yo lo conocía y necesitaba cámaras y le compré, no hay nada más extraordinario. Lo bueno es que él teniendo un contrato con Nikon y siendo Sebastiao Salgado tenía… te fabrican unos lentes, ninguno es idéntico, entonces él tenía la posibilidad de elegir el mejor lente de todos. Hay unas miras que el micrón se proyecta a través del lente, en unas escalas que van del micrón – micrón es un milésimo de milímetro – a una pantalla y según lo que ves entonces ves qué lente es mejor que el otro. Entonces todos los lentes que él me dejó eran de esos, eran perfectos.

¿Y todavía las guardás?
No, las vendí todas cuando yo pasé a Leica.

Ja, ja, ja, ja.
Pasé a Leica también y entonces vendí todas mis cámaras.

¿Y en cuánto las compraste?
Mirá, fue en el 78, ni me acuerdo, pero fue un precio razonable.

¿Y las vendiste? ¿No las vendiste con “plus”?
Noo, solamente las cámaras Leica podés vender al mismo precio 20 años después de que la compraste. Pero una Nikon, una Canon, aunque sea muy buena y de Sebastiao Salgado no.

¿Y lo de Isabel Muñoz cómo fue?

Bueno, pero para eso (Christian saca un ejemplar de la revista Le Monde 2 en el que sale publicado un material suyo sobre retratos de pandilleros)… bueno, yo llegué aquí en julio de 2004 para trabajar solamente en retratos de pandilleros. Entonces decidí, como ya existía un montón de fotos de pandilleros, ya varios fotógrafos del mundo entero habían venido acá, quería trabajar la problemática fotográficamente de otra manera. Entonces decidí hacerlo por retratos y montar en diferentes penales de El Salvador, con las dos pandillas, un estudio en cada penal, donde yo hago un estudio con un fondo, donde estamos claramente haciendo un retrato y nada más, y así hice 190 retratos. Por cada retrato hice una entrevista completa de cada uno, donde cada uno me contó su vida familiar y dentro de la pandilla. A raíz de eso yo volví a Francia y tuve una exposición bastante importante en la bienal de Cantón, en China, en enero de 2005 tuve otra exposición en Bellas Artes, en México, y la agencia Corbis, que es una agencia, es la más importante en el mundo…

… la de Bill Gates.

La que pertenece a Bill Gates. Yo firmé un contrato con ellos de distribución y distribuyeron el material a nivel mundial. Fue presentado en todas las redacciones del mundo entero apenas en diciembre de 2004. Entre estas redacciones se presentó al País Semanal, en España, y después tuve esta publicación en “Le Monde 2”, que es el semanario del diario “Le Monde”, que es uno de los diarios más exitosos en el mundo, y sacó este portafolio de diez páginas donde están solamente mis retratos. Ahora, El País Semanal no compró mi reportaje, y lo compró la revista Playboy de España, que lo publicó en diez páginas también. Lo publicó en 2006, justo como seis meses antes de la publicación de las fotos de Isabel Muñoz en El País Semanal. El caso de Isabel Muñoz, es una fotógrafa española especializada en retratos que trabaja sobre la expresión del cuerpo en todas sus formas. Llegó aquí al país a principios de 2006 e hizo exactamente lo mismo que yo había hecho dos años antes en los penales. Hasta estuvo fotografiando a la misma gente y con los mismos enfoques, los mismos encuadres, la misma idea. ¡Exactamente la misma idea!

Yo estoy denunciando un plagio de mi trabajo porque es evidente. La forma en que se difundieron mis fotos era imposible para ella no conocerlas, más que todo porque estamos en la misma agencia los dos, l’Agence VU, y que al director artístico de esa agencia yo le presenté este material en septiembre de 2004, en Perpignan, en Visa Pour l’Image, él vio todas mis fotos y se quedó así con las ganas porque no le di a él la distribución, sino que a Corbis. Él conocía perfectamente este trabajo, se llama Christian Caujolle, es uno de los mejores amigos de Isabel Muñoz, es su director artístico y es su agente. Es el que vende sus fotos y el que organiza sus exposiciones en el mundo entero y el que hace el prefacio de casi todos sus libros. Yo no creo que Isabel se vaya a cualquier lugar a hacer fotos sin consultárselo. Para mí él es uno de los más grandes críticos fotógrafos que existen en el mundo, que realmente tiene un ojo y sabe de lo que habla cuando habla de fotografía. Cuando ella va a El Salvador, para el País Semanal, el director artístico de El País Semanal también había visto mis fotos porque Corbis distribuyó mi material, yo sé que la presentaron, entonces ese material era conocido en España. Cuando ella viene aquí no hay duda de que ella conocía mi trabajo, o por lo menos, si ella no, la gente alrededor de ella sí sabe.

Entonces están obviamente plagiando mi trabajo. Y mi trabajo no tiene nada de especial en sí técnicamente. Es una técnica que fue utilizada por Richard Avedon cuando hizo sus retratos de la gente en Estados Unidos en el mundo campesino, pero digamos que Nadar, que fue el primer fotógrafo conocido en el siglo XVIII, ya había retratos así. No es la técnica, lo que digo es que es un encuadre, un punto de vista fotográfico… y eso lo ha hecho exactamente de la misma forma en que yo lo he hecho, hasta ha ido a fotografiar gente que yo mismo he fotografiado. Esta persona dice que no sabía nada, que su trabajo personal es suficiente para demostrar su seriedad. Ella se creía suficientemente famosa y pensando que la expresión corporal es un trabajo de ella, y que es un trabajo que solamente a ella le toca, entonces le valió verga, porque no hay otra palabra, lo que hacen los otros. Así actuó. Ella dice que ha tenido una exposición bastante importante en España en la Casa de las Américas, defiende su teoría con el pretexto de que la Casa de las Américas es un lugar muy serio donde Vargas Llosa y un montón de latinoamericanos han estado exponiendo y todo, pero yo ya en el 97 estuve también exponiendo en la Casa de las Américas, en Madrid. Los hechos están en las fechas, no puede ser que siento mi trabajo distribuido por Corbis, la agencia más importante en el mundo y con el más grande alcance de distribución fotográfica, teniendo al mismo director artístico, que conocía de mi trabajo, ella no sepa de mi trabajo. Esta persona es una burla. Es evidente que esta señora no tiene mucha imaginación.

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