Testigos revelan los móviles del homicidio de Christian Poveda
Según el relato de los testigos, el fotoperiodista, antes de iniciar las grabaciones de las imágenes de los pandilleros, les prometió ayuda económica, además de no publicarlo en el país. Un policía colaborador de la pandilla lo señaló como “informante” de la PNC.
Escrito por Tania Membreño. LA PRENSA GRAFICA
Era la llamada esperada. La voz al otro lado del teléfono solo dijo: “Ahí va tu regalo”. A la pandillera Keyry Geraldina Mayorga Álvarez le habían encomendado ese 2 de septiembre de 2009 una sola misión: ubicarse en el patio de una casa situada sobre una pequeña loma, observar, esperar y avisar cuando la camioneta de Christian Poveda bajara sobre la vía polvosa que conecta a la colonia La Campanera, en Soyapango, con Tonacatepeque, en San Salvador.
Ese era el aviso que esperaban al menos 20 pandilleros apostados en pequeños grupos tras los árboles en los alrededores del puente Las Cañas, limítrofe entre Soyapango y Tonacatepeque, para salir al encuentro del fotoperiodista franco-español. Lo conocían, era “el Chele”, “el Amigo”, y Poveda los conocía, los visitaba desde hacía cuatro años. En los últimos 16 meses, algunos se habían convertido en los protagonistas de su documental “La vida loca”, en el cual relataba la vida cotidiana de las pandillas en El Salvador.
José Roberto Vásquez Romero fue el primero en aparecerse ese día en el camino de Poveda. Una hora antes se habían enterado que el fotoperiodista llegaría a la zona y debían ejecutar su plan de asesinarlo. Tras el aviso de la pandillera, Vásquez Romero salió de entre la maleza y disimuló un encuentro fortuito con el periodista. Antes de eso, Vásquez Romero llama por su celular a otro pandillero a unos 50 metros al norte del lugar, estaba junto a otros siete, apostados en los alrededores vigilantes. El pandillero pone el teléfono en alta voz para que escuchen todos el diálogo, así era el pacto. “Qué ondas, ‘Chele’, prestame el carro”, dice Vásquez Romero a Poveda. “Cómo estás, muchachón, querían hablar conmigo, vamos a comer”, responde. Se escuchó el cierre de la puerta y continúa el sonido del motor en marcha. Se corta la comunicación. Eran las 2 de la tarde.
Los pandilleros lo habían esperado durante varias horas tres días antes. Ese 30 de agosto, Poveda no llegó. Estaban molestos desde hacía un mes. Poveda había incumplido el acuerdo de filmar el documental a cambio de ayuda económica.
Así lo revela el relato de una testigo, miembro de la pandilla, clave en el proceso judicial en contra de 31 pandilleros acusados del homicidio de Poveda.
El incumplimiento
El fotoperiodista, antes de comenzar a grabar las imágenes de su quehacer diario, su vida, les prometió que ese video no sería publicado en el país, y solo mostrado a la comunidad internacional para que conociera su forma de vivir y les ayudaran con dinero. Eso no sucedió. El video pirata era vendido en cualquier esquina del centro de San Salvador y ellos lo sabían. Se vieron en el documental. Aparecían en escenas que habían advertido a Poveda borrar previo a su edición, él había prometido hacerlo.
Tras esos hechos, los pandilleros pidieron explicaciones a Poveda sobre esos incumplimientos, y le exigieron que parara la distribución de videos en el país. Poveda dijo que haría lo posible.
La furia del grupo aumentó tras la información generada por Juan Napoleón Espinoza Pérez, un agente de Policía hermano de un pandillero, que señalaba a Poveda como un “informante” de la Policía.
Espinoza Pérez estaba destacado en el sistema de emergencias 911 de la Policía de Soyapango. Era muy cercano al grupo de pandilleros, los testigos criteriados (testigos delatores a favor de beneficios judiciales) lo recuerdan facilitándoles municiones, llevando armas para repararlas y avisarles cuando la Policía estaba cerca. Poveda fue señalado por Espinoza Pérez como la persona que filtraba información de las pandillas a la Policía.
El 25 de agosto, 15 pandilleros se reunieron en una casa del cantón El Rosario, iban a decidir sobre el futuro de Poveda. “¿Qué estamos esperando? Démosle vuelta”, dice José Alejandro Melara. Los pandilleros de La Campanera y El Rosario son convocados el 28 de agosto a la medianoche a otra reunión, bajo el árbol de conacaste frente a la panadería del cantón El Rosario. Todos están de acuerdo con ejecutar el crimen del “periodista-policía”. Antes, piden el aval de los pandilleros recluidos en los penales. Frente al grupo de al menos 100 pandilleros, se enlazan vía celular con reos de los penales de Cojutepeque, Quezaltepeque y Zacatecoluca. Todos dan su aval.
El homicidio lo cometerían el 30 de agosto. El fotoperiodista llegaría y sería secuestrado, asesinado con arma blanca y luego enterrado en una finca aledaña. La ejecución fue abortada. Poveda no llegó a la cita, estaba en San Luis Potosí, México. Poveda llamó a un pandillero dos días después que llegaría a El Rosario. El grupo, ante la noticia, planea en minutos asesinarlo sobre el puente Las Cañas a plena luz del día y transmitir el homicidio vía teléfono.
El grupo sigue a la espera de otra llamada telefónica. Suena una vez más, es Vásquez Romero, se escucha hablando: “Bajate, bajate”, dice. “No, pero ¿por qué? ¿Roberto, qué pasa?”, pregunta, es Poveda. Pasan varios segundos y se escucha un golpe, seguido de tres disparos de arma de fuego.
"Habló (Poveda) de su interés de filmar una película, a cambio les iba a ayudar económicamente. Prometió que el documental no iba a ser publicado en el país, solo internacionalmente.” “Nos dijo (Vásquez Romero) que en medio de la pandilla estaban pasando cosas que nos perjudicaban, nos dijo: tenemos al ‘Chele’ (Poveda), que aparte de periodista es policía.”
Descripción de la testigoclave en el proceso contra 31 imputados
“Decía (Poveda) que si iban a hacer algo nuevo, le avisaran. A veces cuando mataban a alguien le avisaban.”
Relato de testigoen proceso contra 31 imputados
Entre los 31 procesados por el asesinato de Christian Poveda están al menos cuatro reos procesados por otros crímenes, quienes dieron el aval para el asesinato en un enlace telefónico desde los penales de Cojutepeque, Quezaltepeque y Zacatecoluca, con una reunión de pandilleros.
Acerca del juicio
Durante la vista pública, la Fiscalía presentó prueba testimonial, pericial y documental contra imputados.
Como parte de las pruebas en contra de los imputados, la Fiscalía presentó el resultado del análisis de las bitácoras que revelan el cruce de llamadas entre los procesados y la víctima el día del asesinato.
La autopsia reveló que Christian Poveda tenía tres heridas de bala en rostro, cráneo y cuello, producidas por dos armas de fuego diferentes.
Dos de las lesiones corresponden a proyectiles calibre 38, disparados por una misma arma de fuego, y la tercera lesión a una pistola calibre 9 milímetros.
El resultado de la experticia científica sobre la huella de un zapato deportivo hallada del lado derecho de la camioneta de Poveda el día del crimen revela que pertenece a Roberto Luis Romero, el cual tenía rastros de ese mismo tipo de suelo.
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